Santiago — Chile se enorgulleció de la estabilidad de su modelo económico durante años hasta que una inédita revuelta social, iniciada el 18 de octubre de 2019, agrietó esta idea al destapar una serie de desigualdades. Ahora, una de las mayores preocupaciones de los chilenos es el destino de la economía, que se debilitó después de las manifestaciones y la pandemia de Covid-19.
Para Hermann González, coordinador macroeconómico de Clapes-Universidad Católica, es complejo diferenciar cuánto afectó cada uno de los fenómenos a las arcas nacionales. “Se juntaron dos efectos, porque el Covid-19 impacta al país en medio de un estallido social”, comentó a Bloomberg Línea.
Según el economista, en este período se produjo un deterioro fiscal y del ambiente político, un “desprecio por la opinión técnica”, y crecientes señales de populismo en las políticas públicas. Solo apenas hace unos meses comenzó una reactivación financiera en Chile. “Partimos con una rápida recuperación en 2021, pero muy dependiente del estímulo fiscal y de los retiros de fondos de pensiones, que sabemos son insostenibles”, agrega.
De acuerdo con un reciente informe de BCI Estudios este fuerte crecimiento se moderará marcadamente en los próximos años, con una alta probabilidad de entrar en recesión en el mediano plazo. “El deterioro económico, mayores tasas de interés, y alta incertidumbre, afectará negativamente la inversión y el consumo. Asoma la oportunidad de estanflación, bajo crecimiento y alta inflación”, indica el análisis.
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Los precios de activos se han ajustado con fuerza ante los riesgos predominantes. “Las tasas de interés de largo plazo alcanzan máximos del último tiempo y el peso chileno se deprecia marcadamente, recogiendo un deterioro en las cuentas macroeconómicas y posibles nuevos equilibrios de largo plazo. El Banco Central ha ido ajustando con fuerza su conducción monetaria”, advierte el informe.
Un desafiante 2022
Pese a la incertidumbre política de las elecciones presidenciales y la discusión de una nueva Constitución, el país continúa con el mejor escenario económico dentro de América Latina. Fitch Ratings proyecta un crecimiento del Producto Interno Bruto chileno de 10,8% en 2021, basado en el impulso de la demanda doméstica provenientes de los estímulos fiscales, los retiros anticipados de los fondos de pensiones y el acelerado avance de los programas de vacunación contra el coronavirus.
“Chile se destaca en el contexto regional, pero antes resaltaba más. Su fortaleza económica ha tendido a perder fuerza en los últimos dos años”, dice el investigador de Clapes-UC. Sin embargo, la economía estaría mostrando un comportamiento más parecido al de sus pares latinoamericanos, y un síntoma de ello estaría en la depreciación del peso chileno que no ha podido ser revertida por las fuertes alzas del cobre ni un aumento de 125 puntos base de la tasa de interés clave por parte del Banco Central.
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El país que, históricamente, construyó una reputación basada en su fortaleza fiscal e institucional, ahora no consigue recuperar la confianza. “Hay muchas instituciones en entredicho. Los inversionistas y los empresarios lo perciben así también, y eso empieza a tener efectos sobre la inversión, que hacen muy desafiante el 2022, y el panorama que enfrentará el próximo gobierno”, asegura González.
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