Vuelos ejecutivos en Argentina: se duplicó la demanda durante la pandemia

Miguel Livi, presidente de Royal Class explica el fenómeno en el que se sumó un nuevo tipo de pasajero a los vuelos privados en el país. La empresa también apuesta al crecimiento en el mercado norteamericano.

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Buenos Aires — Si bien para Royal Class, los últimos años fueron de crecimiento, no fueron nada fáciles. Con un nivel de flexibilidad para adaptarse a los cambios ridículamente veloces que se dan en la Argentina, la empresa de aviación ejecutiva que comanda Miguel Livi comenzó su proceso de diversificación geográfica.

Hoy asentado en Miami, acaba de abrir una sucursal para operar desde el aeropuerto ejecutivo de Opa-locka, Florida, desde donde comenzó a operar una pequeña flota de dos aviones. “Es una industria difícil de diversificar en la Argentina, donde todo está concentrado en Buenos Aires, así que decidimos diversificarnos geográficamente”, explica.

Pero Livi no es un improvisado. “Tenemos una ventaja competitiva y es que el mercado norteamericano opera mucho con brokers, a diferencia del argentino, que lo hace más con el consumidor final. Los grandes brokers son los mismos que nos contratan en la Argentina y ya saben quienes somos, por lo que fueron decisivos a la hora de evaluar el negocio fuera del país”.

A las aerolíneas comerciales no les convenía operar con capacidad limitada, y nosotros aprovechamos esa oportunidad.

Miguel Livi, presidente de Royal Class.

Por otro lado, mientras en los EE.UU. la aviación ejecutiva está comodotidizada, el nivel de atención y de servicio es el diferencial con el que decide distinguirse Royal Class para ganarse al pasajero americano.

Lo cierto es que en los dos últimos años el negocio ha tenido buenos resultados. Ante la falta de aviación regular, la privada se convirtió en una opción tanto para los habitués como para aquellas personas que ni siquiera creían que podían usar ese tipo de servicios.

“El crecimiento estuvo marcado por la menor programación de aviones regulares en la Argentina, dado que al haber cupos de ingresos, a las aerolíneas comerciales no les convenía operar con capacidad limitada, y nosotros aprovechamos esa oportunidad”.

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Check in

Contratar un vuelo, por ejemplo, de Buenos Aires a Punta del Este tiene un costo aproximado de US$ 4.000 para transportar seis pasajeros, por lo que la ecuación, al compararla la de un ticket en primera clase, es altamente beneficiosa.

Asimismo, un viaje de Buenos Aires a Miami puede tener un valor de entre US$70.000 y US$150.000. En todos los casos dependerá del tipo de aeronave, el tiempo de vuelo, escalas, etc.

Sea cual fuera el destino, el tiempo es uno de los factores decisivos a la hora de la contratación de este tipo de servicios, dado que el pasajero puede llegar tan solo media hora antes de su vuelo, pasar los controles necesarios y disponerse a disfrutar del servicio ejecutivo a bordo. Y esto es precisamente lo que valoraron todos aquellos que por primera vez se subieron a un avión ejecutivo.

Aún hoy que comienza a abrirse más la posibilidad de viajar, la demanda sigue siendo alta, dado este cambio de hábitos de los usuarios que encontraron algo que le sirve”, relata Livi. “Esto se va a perpetuar y estimo un incremento de pasajeros de hasta un 50%”.

Así, durante los dos últimos años, si bien los destinos frecuentes eran Uruguay y Miami, surgieron rarezas tales como un vuelo de jugadores argentinos que debían llegar a sus equipos en Latvia, o corredores del Dakar que se trasladaban a Qatar para participar de ese rally.

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Por el boom de la aviación ejecutiva hay el menor stock de aviones usados a la venta de toda la historia.

Miguel Livi, presidente de Royal Class.

Cambio de ruta

Si hay algo que muestra el impacto que tuvo la aviación ejecutiva y su crecimiento a tasas impensadas es que “por el boom de la aviación ejecutiva hay el menor stock de aviones usados a la venta de toda la historia”, detalla Livi.

Los dos mercados que concentran este tipo de actividad son Estados Unidos y Europa con el 99%. Argentina aún es muy chico y posee 150 aviones, comparado con EE.UU que tiene 15.000.

Localmente, la industria duplicó la cantidad de vuelos, los kilómetros recorridos se triplicaron y la flota a nivel país aumentó 20% comparado con la prepandemia.

El negocio en muchos casos, aquí y en el mundo es el de administración de flotas, dado que el típico avión a turbina de 8 pasajeros parte de una base de US$ 1 millón y puede llegar hasta los US$50 millones como el avión de Lionel Messi. “Acá excepto Julio Iglesias o J.Lo, casi todos ponen sus aviones en administración”, dice Livi.

Según indica el ejecutivo, en esta “nueva normalidad” la aviación ejecutiva va a bajar su nivel de demanda actual y los dueños de aviones van a tener que ver que hacen, dado que un avión ejecutivo promedio tiene un costo diario de mantenimiento de US$1000. “Vamos a ver qué hacen quienes hayan comprado aviones. En eso Royal tiene una oportunidad porque uno de nuestros negocios es administrar aviones de terceros, por lo que podríamos incrementar la flota y llevarla a 15 aeronaves”.

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