Bloomberg — Los restos mortales del líder terrorista Abimael Guzmán fueron incinerados por las autoridades peruanas en la madrugada del viernes y sus cenizas fueron dispersadas en un lugar no revelado.
Guzmán, quien fundó el grupo guerrillero maoísta Sendero Luminoso, murió el 11 de septiembre a la edad de 86 años después de tres décadas en la cárcel, y su muerte sumió al país en un polarizado debate sobre el destino de sus restos. La cremación tuvo lugar en Lima, informó el Ministerio del Interior en un comunicado.
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El Gobierno denegó una solicitud de su viuda, Elena Iparraguirre, segunda al mando de Sendero Luminoso y quien cumple cadena perpetua en prisión, para que le devolvieran su cadáver para enterrarlo. Al esparcir sus cenizas en un lugar secreto, el Gobierno trató de evitar que un lugar de sepultura conocido se convirtiera en un santuario para sus seguidores y otros extremistas.
La semana pasada, el Congreso aprobó una legislación que otorga a la fiscalía jurisdicción sobre los restos de terroristas que mueren en prisión. El presidente, Pedro Castillo, promulgó la ley.
El legado de Guzmán es especialmente tóxico en la actualidad, ya que algunos miembros del Gobierno de Castillo han sido acusados por opositores de simpatizar con la guerrilla, acusación que todos niegan.
Sendero Luminoso asesinó a decenas de miles de peruanos en las décadas de 1980 y 1990 cuando luchó contra el Ejército, asesinó a opositores, colocó coches bomba y masacró a civiles.