Los responsables de la formulación de la política monetaria deberían “poner manos a la obra” y comenzar a ralentizar las compras de activos a pesar de que la variante delta del Covid-19 representa un riesgo para las perspectivas económicas de Estados Unidos y para el crecimiento del empleo, dijo la presidenta del Banco de la Reserva Federal de Kansas, Esther George.
“No creo que cambie mi propio cálculo, es hora de comenzar a hacer esos ajustes dados los avances que hemos visto hasta ahora”, dijo George en una entrevista de Bloomberg TV con Michael McKee realizada el miércoles por la noche, antes del simposio anual del banco central que comienza el viernes y que se llevará a cabo virtualmente por segundo año consecutivo debido a la pandemia.
“Creo que es importante comenzar, y estoy abierta a escuchar los debates en torno a las condiciones del ritmo y el momento en que terminaremos”, dijo George. “Pero estoy menos interesada en aplazar esa decisión”.
La líder de la Fed de Kansas, que no es votante este año en el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) que establece las políticas, sugirió más tarde que podría tener cierta flexibilidad sobre cuándo debería implementarse la reducción.
Los miembros de la Fed han destacado el aumento de los riesgos de la variante delta, que podría afectar el ritmo de la recuperación económica de la pandemia y alterar la voluntad del banco central de desacelerar su estímulo monetario. Aquellos que favorecen las políticas más restrictivas, como el presidente de la Fed de Dallas, Robert Kaplan, han dicho que estarían abiertos a ajustar sus llamados para una rápida reducción de la compra de bonos si la variante delta perjudica el progreso de la economía.
“La economía continúa creciendo a un ritmo fuerte”, dijo George, y agregó que, en términos del riesgo potencial de la variante delta, “podemos imaginar que podría desacelerar algunos de los retornos al mercado laboral. Pero no espero que en este punto descarrile la economía de la forma como lo hizo el año pasado cuando tuvimos que lidiar con el virus por primera vez”.
La mayoría de los funcionarios de la Reserva Federal acordaron el mes pasado que podrían comenzar a desacelerar el ritmo de las compras de bonos a finales de este año, juzgando que se había avanzado lo suficiente hacia su meta de inflación, mientras que se habían logrado avances hacia su objetivo de empleo, según las actas del FOMC de la reunión del 27 al 28 de julio.
La Fed se ha comprometido a comprar US$80.000 millones en bonos del Tesoro y US$40.000 millones en valores respaldados por hipotecas por mes hasta que la economía muestre “un progreso sustancial adicional” en la inflación y el empleo a medida que se recupera del impacto del Covid-19.