Santiago — La pandemia revolvió al mercado laboral chileno, dejando más de dos millones de desempleados y expandiendo las brechas de género. Durante el año pasado los ingresos medio y mediano de los hombres se ubicaron en 692.289 y 450.592 pesos chilenos, respectivamente; mientras que en las mujeres alcanzaron los 551.327 y 400.000, respectivamente. Eso implicó una brecha de -20,4% en el ingreso medio de la población ocupada, en desmedro de las mujeres, según la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) 2020 del Instituto Nacional de Estadísticas, aplicada entre octubre y diciembre, y publicada hoy.
La participación femenina en el campo laboral sufrió un retroceso equivalente a una década. No solo sus salarios sufrieron el efecto de la crisis, sino que muchas quedaron desempleadas. Mónica Zalaquett, ministra de la Mujer y Equidad de Género, dijo a Bloomberg Línea que el revés se debió a una suma de factores que ocasionaron una “tormenta perfecta”.
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Las mujeres se concentraron en uno de los sectores más sacudidos por los prolongados confinamientos: turismo, comercio y servicios. Pero, igualmente, muchas se han mantenido inactivas por motivos familiares, evidenciando una asimetría en las responsabilidades en el hogar. De hecho, algunas declaran no estar buscando trabajo por responsabilidades de cuidado. “En Chile habíamos avanzado muchísimo en términos de participación de la mujer en el mercado laboral, en los últimos años subió 10 puntos y teníamos una cifra cercana a 44% en marzo de 2010 y había subido a más de 53% en febrero de 2020 y después sufrió caída drástica producto de la pandemia”, dijo la economista senior del Banco Central de Chile (BCCh), Tatiana Vargas, en entrevista telefónica con este medio.
El organismo realizó un estudio enfocado a las perspectivas de las mujeres a reinsertarse dentro del mercado laboral cuando sea superada la pandemia. Se delinearon tres grupos, uno estaba dispuesto a retornar de inmediato; otro cambió sus prioridades durante los prolongados confinamientos y apelarían a un regreso flexible o parcial al trabajo; y algunas dicen que no se reinsertarían, explica Vargas. Esas inclinaciones pueden adelantar el panorama a futuro. “Nosotros compilamos estos tres grupos, pero sabemos cuál será la proporción de cada”, acota.
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Una demora de las mujeres en reinsertarse al campo laboral tendría efectos sobre las tasas de crecimiento de la economía chilenas. En junio, el Informe de Política Monetaria (IPoM), elaborado por el BCCh, resaltó que, aunque se recuperaron más de la mitad de los empleos perdidos en la crisis, los trabajadores por cuenta propia y asalariados informales, la fuerza laboral con “más baja calificación” y las mujeres se mantenían en los segmentos más rezagados.
Los expertos esperan que su participación retorne a tasas previas a la pandemia y luego se aproxime, a largo plazo, a los promedios de la OCDE. Esto dependerá, en gran medida, de cuánto demorarán en reinsertarse y, en algunos casos, sí lo volverán a sus puestos. “Mientras más demore la pandemia, más difícil será para las mujeres reinsertarse porque hay un tema de que las capacidades quedan obsoletas”, destaca Vargas.
El gobierno chileno intenta alentar la reinserción con transferencias directas a madres con niños menores de dos años. Según Zalaquett, el objetivo es que retornen con más alivio a sus puestos laborales.
Entidades estatales y gremios pretenden acrecentar la presencia femenina en sectores donde tradicionalmente ha sido escasa como minería, energía, telecomunicaciones, construcción e industrias. Para la ministra de a Mujer y Equidad de Género esto sería una ruptura de paradigmas, porque en el caso del sector privado se estaría “tomando conciencia” de los beneficios de la inclusión y las mujeres estarían encontrando una oportunidad en ámbitos donde no figuraban antes. “Nosotros tenemos la convicción de que para avanzar en estas materias necesitamos hacer alianzas público-privadas, y fortalecerlas”, dijo.
Dentro del ecosistema de emprendimientos también existen brechas. “Los emprendimientos femeninos siempre han nacido por una necesidad y no por una oportunidad. Nos dimos cuenta de que había un camino interesante ahí, donde hay que transferir más conocimientos y herramientas a las mujeres”.
Una cancha asimétrica
Zalaquett destaca “herramientas” impulsadas desde las empresas para construir políticas internas destinadas a conciliar de “mejor manera” la vida laboral, familiar y personal de las trabajadoras. “Chile no es una sociedad corresponsable, la cancha está totalmente asimétrica en esa materia”, sentenció.
Apuesta al rol de las empresas para estimular políticas capaces de permitir a trabajadores del sexo masculino mayor tiempo para “compartir al interior del hogar”. Uno de estos instrumentos sería la Iniciativa Paridad de Género (IPG), una alianza púbico-privada promovida por el Banco Interamericano de Desarrollo y el Foro Económico Mundial con el propósito reducir las brechas de género y aumentar la participación económica y el progreso de las mujeres en el mercado laboral chileno.
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