Buenos Aires — El 2020, atravesado de lleno por la pandemia, fue el primer año en que el Estado nacional argentino proyectara, para 2021, un presupuesto con perspectiva de género y diversidad. Esto redundó en que el 15% de los $6.730.583,2 millones — aprobados en noviembre de 2020 — forme parte de partidas que contemplan el cerrar brechas de género como uno de sus objetivos centrales.
Mercedes D’Alessandro, Directora Nacional de Economía, Igualdad y Género del ministerio de Economía, jugó un rol preponderante en este esfuerzo. En diálogo con Bloomberg Línea, explicó por qué medidas sociales como la Asignación Universal por Hijo tienen perspectiva de género, diferenció entre aquellas destinadas a atender urgencias de corto plazo y las que buscan hacer diferencia tanto a mediano como largo.
Detalló, además, por qué fortalecer la infraestructura de cuidado atraviesa todas estas categorías y es central a la hora de pensar en reducir la brecha de género.
La siguiente conversación fue editada por motivos de extensión y claridad.
Bloomberg Línea: ¿Cómo analizaron el impacto de la pandemia en la brecha de género?
Mercedes D’Alessandro: Las desigualdades de género son algo estructural, ya entramos a la pandemia con ellas. Las mujeres ganan menos en promedio, tienen empleos más informales y mayores índices de desempleo. También realizan más tareas dentro del hogar, domésticas y de trabajo no remunerado. Esto se agudiza con la pandemia porque la parte de los cuidados, que es muy importante, recayó asimétricamente sobre las mujeres. Es decir, cuando los chicos se quedan en la casa son las mujeres las que dedican más tiempo a prenderles la compu para que se conecten a Zoom, hacer las tareas, organizarles las actividades cotidianas.
¿Qué efectos tuvo?
Esto derivó en una caída de empleo de las mujeres. Si bien al principio tanto varones como mujeres se retiran del mercado laboral por el impacto de la pandemia, cuando se empieza a reactivar nosotras vemos que las mujeres vuelven al mercado laboral a un ritmo menor. Sobre todo las mujeres que son madres, y especialmente las que son madres solas. Esos hogares tienen una caída de la actividad económica muy grande.
(Según destaca la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, la tasa promedio de la participación de las mujeres en el mercado laboral es de 49,2%, 21 puntos porcentuales más baja que la de los varones (71,2%). Además, explica que las mujeres son las que sufren los mayores niveles de desempleo y precarización laboral. Ganan, en promedio, un 29% menos que sus pares varones, brecha que se amplía para las asalariadas informales, alcanzando un 35,6%. La mitad de quienes no consiguen empleo son jóvenes de hasta 29 años y, entre estas personas, son las mujeres quienes enfrentan las tasas más altas de desocupación de toda la economía con un 23%).
¿Cuál es el trabajo que la Dirección de Economía e Igualdad de Género hace sobre esto?
Una de las tareas con la que veníamos trabajando era la de generar indicadores que nos permitan decir esto que te estoy diciendo. Porque todo esto lo pudimos hacer con datos, con estadísticas, que era algo que antes no pasaba. En el Estado no había una lectura de la situación económica en la que pudieras definir estas brechas de género, esto era algo que se hacía desde organizaciones civiles. Esta era una de las líneas, la otra era trabajar en un presupuesto con perspectiva de género.
¿Qué significa tener un presupuesto con perspectiva de género?
Significa tener una herramienta concreta de gestión, de planificación, en la que podamos ver estas brechas y evaluar qué instrumentos de gestión pública tenemos para cerrar estas desigualdades. También permite hacer un relevamiento de todo lo que está haciendo y en que está trabajando cada Ministerio con este objetivo. Con este presupuesto hacemos una lectura transversal de las políticas económicas, sociales, reproductivas, en contra de la violencia a las mujeres, lo que nos da una herramienta de previsión y de monitoreo. Nos sirve para seguir motivando al gobierno para que incorpore estas dimensiones y vaya mejorando técnicas de medición, diseños de políticas, un diagnóstico de los problemas, y haga que en el nuevo período presupuestario que se abre podamos reconocer, pedir e impulsar más políticas con perspectiva de género que las que teníamos el año pasado.
¿Cómo combinan las necesidades y urgencias de corto plazo y los objetivos de mediano y largo?
La pandemia lo que hace es restringir también la posibilidad de proyectar. La obra pública, la construcción, siempre han sido un multiplicador de empleo. Pero, ¿qué pasa si vos justo tenés un brote de coronavirus en el lugar en donde querías reactivar esa ruta? En este momento estamos viendo cómo incorporar la perspectiva de género en las dimensiones que hacen a la gestión de la política pública. Se hicieron políticas impositivas que tienen que ver con el Impuesto a las Ganancias, por el cual una persona que contrata servicios de cuidado puede descontar eso del pago de sus impuestos. Y esto es una política que tiene un contenido de mediano y largo plazo y que favorece a las mujeres.
También se hicieron algunas reformas en el Impuesto a las Ganancias de las empresas en las cuales se incentiva a los directorios paritarios. Pero el grueso de las medidas y dónde está puesta la mayor inversión es en las medidas que tienen que ver con la asistencia alimentaria. La Asignación Universal por Hijo, la Tarjeta Alimentar, tienen un impacto muy grande en género. No son políticas específicamente pensadas para cerrar brechas de género pero es cierto que las cierran. Y las cierra también porque las mujeres son mayoría en el universo de personas con menores ingresos y peores condiciones de informalidad.
¿Qué porcentaje del total de beneficiarios de la AUH o la Tarjeta Alimentar son mujeres?
Es del 94%. Es un poco complejo porque esos ingresos son para niños y niñas. Pero lo cierto es que las mujeres que tienen niños y niñas a cuidado tienen mayores obstáculos para salir a trabajar, para buscar empleo, para trabajar a tiempo completo. Y tener este ingreso que les garantiza por lo menos darles de comer en la casa todos los días obviamente tiene un impacto positivo en términos de género.
(Los datos oficiales, que datan de noviembre de 2020, indican que unas 4.298.146 personas son beneficiarios de la AUH y cerca de 4 millones recibieron la Tarjeta Alimentar a mayo de 2021).
Sería lo ideal poder avanzar con más rapidez en la formalización del empleo, en mejores condiciones laborales. Pero esto es un problema de la pandemia en sí misma. Hay que ser pacientes por decirlo de algún modo y mientras tanto ir construyendo herramientas que cuando podamos recuperar más la actividad económica nos permitan que las mujeres sean protagonistas de esto.
¿Qué elemento considera como central a la hora de transitar ese camino?
La gran política de género es la inversión en infraestructura de cuidado, y con esto me refiero a centros de desarrollo infantil, de jardines, de escuelas. Y eso tiene que ver con tres ejes: por un lado genera empleo en la construcción, donde también hay bastantes incentivos para contratar más mujeres; la maestra, la mujer que cuida a los chiquitos cuando lo dejan en el colegio, quienes atienden al público; y esto también implica que las mujeres puedan dejar a sus hijos ahí. A veces la inexistencia de estos espacios les impide salir a trabajar. El Ministerio de Obras Públicas tiene una línea de infraestructura de cuidados y estamos buscando potenciarlas el próximo año, que esperamos que la pandemia nos dé más margen para activar estos proyectos.
“Presupuesto con perspectiva de Género y Obras Públicas”
¿Por qué funciona como piedra basal para lograr avanzar en estos esfuerzos?
Si las mujeres no tienen la posibilidad de cuidar de una manera equitativa con sus parejas, si no tienen provisión de espacios de cuidado gratuitos, etc., va a ser difícil que puedan exportar, que puedan trabajar en las fábricas. Durante toda la pandemia lo que leímos en todos los medios de comunicación es la economía mundial se apagó. Pero si vos miras al interior de la economía y pones la lupa en los sectores que mencioné, la asistencia alimentaria, el sistema de salud, los cuidados dentro de los hogares, no solo que no pararon sino que se multiplicaron. Trabajaron como nunca las mujeres en los hogares, en los comedores, en los hospitales. Y son trabajos no reconocidos, no pagos o mal pagos y precarios. Hay que tener en cuenta todas estas condiciones. Y eso todavía para mí es un desafío muy grande. Lograr que los gobiernos, no solo en Argentina, sino los gobiernos del mundo, lo vean y lo entiendan.
Con asistencia de Lorena Guarino.
Le puede interesar: