El sector carbón pide señales de política para mantener vivo el negocio

Advierten que acceder a nuevos mercados requiere ganar competitividad y aseguran que las reservas del país permiten mantener el negocio 30 años más.

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Bogotá — Históricamente el sector carbón ha sido uno de los grandes participantes de las exportaciones mineras de Colombia y a la vez uno de los mayores generadores de regalías.

En el 2020, como consecuencia de la crisis que desató el coronavirus en todos los renglones de la economía, su protagonismo se mermó.

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El panorama se ha hecho muy complejo dado que la producción durante el año pasado cayó con fuerza y a eso se le suman los esfuerzos de los países de Europa y Norte América por desincentivar el consumo de carbón térmico para la generación de energía.

De acuerdo con cifras de la Agencia Nacional de Minería (ANM), el carbón registró una producción de 49,46 millones de toneladas en 2020, frente a 82,4 millones de toneladas del 2019, lo que significa una disminución del 40%. Pero la producción en declive ya venía. En 2019 ya había producido un 2% menos que el año inmediatamente anterior.

En 2021 el panorama no es mucho mejor. Si bien en el primer trimestre del año la producción se trepó un 52% con respecto al cuarto trimestre del 2020, si se compara con el mismo periodo (enero –marzo) hay una caída del 28,2%.

El panorama retador del sector carbonífero se da mientras el mundo discute si es momento de dejar de lado el carbón y buscar otras fuentes de energía.

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Para Carlos Andrés Cante, presidente de Fenalcarbón, y ex viceministro de Minas durante el Gobierno de Juan Manuel Santos, las metas que se han trazado quienes plantean dejar el carbón serán revisadas porque en los tiempos que se han planteado no son cumplibles.

“El mercado del carbón, tanto del térmico para la generación de energía, como del metalúrgico, todavía es bastante amplio en el mundo. El reto está en identificar esos nuevos mercados hacia los cuales se ha movido el consumo de carbón término, debemos llegar a esas económicas emergentes y demandantes de carbón que van a hacer incrementar el consumo del mineral y la demanda de energía en los próximos 30 o 40 años por el desarrollo de sus procesos industriales”, asegura Cante.

Mauricio Cárdenas Santamaría, ex ministro de Hacienda y de Minas y Energía, no es tan optimista y si bien cree que la industria aún tiene años por delante, advierte que el país debe ir trabajando en alternativas.


“Uno tiene que pensar con optimismo que no va a tener que sacrificar esa industria tempranamente, pero tiene que estar preparado para que eso ocurra. Hay que prepararse para lo peor, que no nos coja por sorpresa. Hay que tener un plan B, y eso es producir otras cosas. En La Guajira, por ejemplo, pueden ser energías renovables”.

Mauricio Cárdenas, ex ministro de Hacienda y de Minas en Colombia.

Viene discusión de más impuestos

Una de las alternativas que encontró el mundo para desincentivar el uso del carbón es gravar las emisiones de CO2, y el carbón, entre los combustibles fósiles es campeón en ellas.

Hace apenas unas semanas el Gobierno radicó una nueva reforma tributaria, y aunque en ella no se incluyen nuevos impuestos verdes, es muy seguro que esa discusión se abordará durante el trámite legislativo.

“Les habíamos explicado a los funcionarios de Hacienda que las inconveniencias de ese tipo de tributos (impuestos verdes) en un país como Colombia, en donde la producción de carbón del interior del país depende fundamentalmente de la pequeña y mediana minería que genera más de 35 mil puestos de trabajo y podría poner en riesgo, entre otras, la formalización de la pequeña minería”, dijo Cante.

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Cárdenas coincide en que un impuesto verde al carbón en Colombia podría generar problemas en materia social, en el sentido de que la pequeña minería es una gran generadora de empleo en zonas como Boyacá, Cundinamarca y los santanderes, entre otras. No obstante, advierte que “Colombia no tiene impuesto al carbono sobre el carbón, lo cual es una especie de contradicción, porque si el carbón es lo que más carbono genera debería estar gravado”.

Pero según Cante las implicaciones negativas de un impuesto verde al carbón generarían costos adicionales para la industria y para los hogares. Además, asegura que el recaudo no generaría caja positiva para las cuentas del Gobierno.

“Generaría un incremento en el costo del kilovatio hora que nos golpearía directamente, porque además de ser productores de carbón somos consumidores de energía y eso a los industriales y a los procesos mineros productivos nos afectaría bastante. Por el otro lado aumentaría el costo de la energía de las familias de estratos 1, 2 y 3 a las que el Gobierno las tiene que entrar a subsidiar. Les hicimos las cuentas de que por nuestro lado el recaudo iba a ser de $300 mil millones, pero por el otro lado los subsidios iban a ser por $320 mil millones, y para ellos estaba claro que lo que no generara caja positiva no iba a entrar”, explicó el vocero de Fenalcarbón.

Ven negocio para rato

Desde Fenalcarbón no ven problema en que países como Estados Unidos, y los europeos, le estén apostando a no permitir el consumo de carbón, considera que desde la China e India hay suficiente mercado.

“Aquí lo que las empresas están viendo es que hay una gran oportunidad de negocios y es porque hay unas compañías que se están retirando del negocio, pero hay otras que se están fortaleciendo. El caso de Glencore es un ejemplo. Ellos están diciendo nosotros le estamos apostando al carbón porque creemos que aquí todavía hay negocio. Y si el principal productor de carbón del mundo, le está apostando a quedarse con el 100% de Cerrejón es porque ve que todavía hay negocio”.

Para el ejecutivo lo que se requiere es dinamizar el sector. “El reto está en que Colombia logre ser competitivo para llegar a esos mercados y eso dependerá de que se den algunos factores que tienen que ver con el desarrollo y los incentivos de las políticas públicas necesarias para seguir incentivando el desarrollo del carbón en el país y que sea costo eficiente”.

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Cárdenas por su parte cree que “hay que ser realistas y reconocer que el carbón como combustible fósil que es, y el que más emite entre todos los combustibles fósiles está en una gran encrucijada. La gran iniciativa es ver cómo se reducen las emisiones de CO2 y eso comienza con el carbón”.

Y advierte que “probablemente tenemos más reservas de carbón que probabilidades reales de venderlo. Entonces tenemos que pensar en cómo invertir los últimos recursos que nos deje el carbón que puede ser 10, 15 o máximo 20 años, para desarrollar las actividades alternativas que nos van a dar los ingresos que nos deja de generar el carbón”.

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