S&P ve vientos en contra para bancos colombianos pese a recuperación económica

La agencia prevé que la calidad de los activos de los bancos se deteriore aún más en el segundo semestre de 2021 y que eso afecte la rentabilidad.

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Bogotá — S&P Global Ratings espera un fuerte repunte económico en Colombia durante los próximos dos años, con un crecimiento del producto interno bruto (PIB) real de aproximadamente 7.0% en 2021 y un 3.0% en 2022, después de la contracción del 6.8% en 2020.

Esto ubicaría a Colombia entre los países con mejores perspectivas económicas de América Latina en el periodo 2021-2022.

En opinión de la firma, la recuperación económica del país la impulsará la mejora del consumo y la respaldará el sector servicios y las exportaciones de petróleo, que se están recuperando de manera rápida, en línea con la mejora de la demanda global.

Aseguró S&P igualmente, que Colombia (como en otros países de América Latina), las personas y diversos actores económicos han aprendido a convivir con el coronavirus y a lidiar con las estricciones.

“Consideramos que el impacto de posibles nuevos confinamientos sería menos dañino que el año pasado. Por lo tanto, esperamos que el crecimiento económico que vimos en el primer semestre de este año continúe en el segundo semestre y en 2022”, dice la firma en un reporte.

También sostuvo que las perspectivas económicas respaldarán al sector bancario colombiano en términos de dinámica comercial y desempeño operativo.

Además, sostiene que sus condiciones económicas esperadas para los próximos 12 a 18 meses podrían reactivar la demanda de crédito, principalmente de los hogares.

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A pesar de nuestra expectativa de recuperación, consideramos que persisten los riesgos a la baja para los bancos colombianos. Estos riesgos se derivan de la aún alta incertidumbre sobre la duración de la pandemia de Covid-19--que podría ralentizar la recuperación de la demanda de los consumidores--y de los posibles vientos en contra que podrían derivarse de un ajuste monetario y fiscal en los próximos 12 a 18 meses y el riesgo de nuevas olas de protestas sociales”, advierte en su análisis.

Asegura que esos riesgos podrían nublar las perspectivas de recuperación económica de Colombia porque podrían pesar sobre la inversión y crear un panorama político desafiante e impredecible antes de las elecciones generales del próximo año, lo que podría posponer las decisiones de inversión del sector privado hasta que haya más visibilidad de las políticas.

Ante ese panorama sostiene que seguirá “de cerca cómo evolucionan estos riesgos en los próximos 6 a 12 meses para evaluar su impacto potencial en los perfiles de negocio y financieros de los bancos colombianos”.

Considera que el sector bancario colombiano ha entrado en una fase de corrección derivada de la recesión económica del año pasado, cuyas repercusiones se sentirán durante los próximos 12 a 18 meses.

Como resultado de lo anterior, espera que la calidad de los activos y la rentabilidad de los bancos se deterioren. Sin embargo, considera que una vez que la economía y el empleo reanuden su crecimiento, el sistema bancario volverá a una fase expansiva y los activos improductivos (NPA; créditos vencidos a más de 90 días y activos adjudicados) y las pérdidas crediticias volverán a patrones más normales.

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Al comienzo de la pandemia, el regulador bancario colombiano aprobó un programa para diferir los pagos de préstamos para los prestatarios que enfrentaba dificultades financieras debido a la pandemia de Covid-19.

Los préstamos bajo este programa alcanzaron un máximo de alrededor del 40% del total de créditos, uno de los niveles más altos entre los sistemas bancarios latinoamericanos, lo que refleja que algunos bancos incluyeron automáticamente a sus clientes con productos de consumo e hipotecarios en este programa, independientemente de si lo necesitaban o no.

Luego, a fines de junio de 2020, el regulador anunció la segunda fase del programa de ayuda, que consistía principalmente en identificar a los prestatarios con problemas para reestructurar sus préstamos.

El regulador extendió esta fase del programa hasta el 31 de agosto de 2021. Con cifras a mayo de 2021, la proporción de préstamos bajo el programa de alivio de la deuda disminuyó a menos del 7%, y la mayoría de estos créditos se han reestructurado.

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“En nuestra opinión, el programa de alivio, los recortes de las tasas de interés y cierta reestructuración de la deuda deberían mitigar el riesgo de incumplimiento. Estos factores--junto con los castigos en los portafolios de crédito al consumo, principalmente de productos no garantizados, por encima del promedio--permitieron un deterioro gradual de los activos improductivos de los bancos”, dice el informe.

Y es por ello que “todavía esperamos que los indicadores de calidad de activos empeoren aún más este año, principalmente debido a los créditos al consumo y a las mipymes. Sin embargo, en el periodo 2022-2023 esperamos que la calidad de los activos se recupere y se estabilice gradualmente, respaldada por la fuerte recuperación económica esperada”, complementa S&P.

En este sentido, proyecta que los activos improductivos, actualmente 3.6% del total de préstamos, incluidos los activos adjudicados, al 31 de mayo de 2021, alcanzarán un máximo de aproximadamente 4.25% en los próximos 12 meses y caerán hacia 3.75% - 3.9% en 2022. -2023.

Asume que los activos improductivos permanecerán totalmente cubiertos por las reservas y que las pérdidas crediticias--estimadas como nuevas provisiones para pérdidas crediticias en relación con los préstamos totales--se situarán en aproximadamente el 3.5% en 2021 después de alcanzar un máximo del 3.7% en 2020, y luego volverán a niveles promedio históricos de menos del 3% en 2022 y 2023 a medida que se disipa el impacto de la pandemia.

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