Bogotá — Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), antes de la pandemia las mujeres pasaban cada día tres veces más tiempo que los hombres haciendo trabajos domésticos y de cuidado que no son remunerados (entre 22 y 24 horas por semana), una situación que se agravó en medio de la crisis. El reporte también señala que los salarios desiguales, el trabajo informal, el confinamiento, el cierre de escuelas y los familiares enfermos fueron una presión adicional para ellas.
El cúmulo de estas variables habría acentuado las desigualdades, por lo que Bloomberg Línea habló con la directora de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe para conocer los retrocesos de equidad que ha dejado la pandemia, los desafíos que deberán superarse de cara a una recuperación económica que incluya a las mujeres y sus recomendaciones para el sector público y privado.
Esta entrevista fue editada por motivos de extensión y claridad.
Bloomberg Línea: ¿Cuál ha sido el impacto de la pandemia en las mujeres de América Latina y el Caribe?
María-Noel Vaeza: Ha sido verdaderamente devastador, las ha afectado de manera desproporcionada. Primero, porque el 75% de los empleados del sector sanitario son mujeres. Entonces, ellas han sido quienes más han estado expuestas al virus y también a un cansancio tremendo porque evidentemente en los primeros meses de pandemia, y yo diría que todavía, el trabajo ha sido demasiado. Segundo, las mujeres en América Latina, en un 70%, trabajan en la informalidad y en los sectores más afectados por la crisis, como es el turismo, la restauración, etcétera. Entonces estas mujeres han perdido sus empleos.
¿Cuál es la agenda ideal que se debería seguir para que la recuperación económica no deje de lado a las mujeres?
Para mí hay tres temas fundamentales. El primero es la creación de sistemas integrales de cuidado. Este es el gran problema, el déficit de tiempo que tienen las mujeres y que no les permite entrar en la economía porque tienen que cuidar. En muchos países hemos contabilizado económicamente qué significa el cuidado no remunerado de las mujeres. Y en un país como Colombia, llegamos a la conclusión de que representa hasta un 20% del PIB. O sea, mucho más que cualquier industria, lo cual significa que los países están creciendo en los hombros gratuitos de las mujeres.
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En segundo lugar, la inclusión financiera. Las empresas que son dirigidas por mujeres son las que menos llegan a obtener capital. Por ejemplo, estamos hablando de una revolución tecnológica y que los trabajos del futuro van a ser en tecnología, y solo el 2% de empresas dirigidas por mujeres en este sector acceden a capital. Además, hoy se les presta un 25% menos a las mujeres. Esta realidad es discriminatoria, la tenemos que cambiar.
Y por último, la violencia que sigue siendo un tema recurrente, que está en todos los países y que afecta a las mujeres de todos los espectros sociales.
¿Y en el corto plazo qué debemos superar para cerrar las brechas de género?
Las mujeres están subrepresentadas en todas las plataformas de toma de decisión en la región. De presidentes, no tenemos ninguna mujer, solo la primera ministra de Barbados y el 70% de los parlamentos siguen estando compuestos por hombres. Tenemos excepciones muy buenas como Bolivia, México y Argentina que están avanzando hacia más de un 40%. Estas son buenas noticias, pero el promedio en la región sigue siendo 30%.
Necesitamos a más mujeres en la política y yo creo que esto a corto plazo es algo importantísimo porque tenemos elecciones de aquí (julio) hasta abril del 2022. Es un súper ciclo electoral, vamos a tener catorce comicios municipales y presidenciales.
¿Por qué hay países de la región que están mejor o peor en equidad de género? Parece haber una brecha significativa
Sí, existe una brecha. Hay países como Haití, por ejemplo, que desde el punto de vista político no tiene mujeres en la toma de decisión y en donde las dueñas de empresas son mínimas en comparación con países donde hay un 18 o 20% de propietarias. Lamentablemente las mujeres no son mayoritariamente CEOs en nuestra región, nada más que el 11%.
Es difícil hacer un ranking de países más igualitarios. Pero sí podemos mirar distintos indicadores como la participación de la mujer en la economía. Un país tan avanzado como Chile tiene la menor participación de la mujer en la economía formal. Hay avances, pero son desesperadamente lentos. Necesitamos legislaciones que ayuden a llegar a esa paridad.
¿Y qué están haciendo desde ONU Mujeres en este sentido?
Estamos asesorando a más de 11 gobiernos en la región para establecer sistemas integrales de cuidado que le permitan a la mujer saber con quién dejar a su niño o adulto mayor, y poder salir a trabajar. Es una industria que genera empleo y los Estados lo deben ver así, como algo que se sostiene a través del pago de impuestos de mujeres que participan en la economía.
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Con la Cepal también tenemos un observatorio en la región para velar porque las mujeres estén en el centro de la recuperación y estamos trabajando con las ministras de la mujer, con las entidades sociales, y algunos ministerios de economía, como el de Argentina, para que las decisiones que se tomen tengan en cuenta a la mujer. Además, estamos impulsando la inclusión financiera a través de la iniciativa Inversionistas por la Igualdad.
¿Cómo avanza su campaña He for She en Latinoamérica y qué países destacan?
Bueno, esta es una campaña que iniciamos hace cuatro años y está dirigida a hombres de buena voluntad que quieren trabajar por la igualdad. Y ha sido un éxito. La campaña generó lo que llamamos “los diez por diez por diez”. Diez jefes de Estado que se han comprometido con acciones concretas por la igualdad. En América Latina fue en Uruguay. El expresidente Tabaré Vázquez, que lamentablemente falleció, propuso crear un sistema de cuidados y así lo hizo. Y el presidente actual lo sigue priorizando.
La campaña también se dirigió a diez CEO de grandes empresas que no tenían en su directorio a mujeres con el fin de concientizarlos de que este es un tema económico. Y el otro factor diez han sido los rectores de las universidades porque solo el 1% de los rectores universitarios en el mundo son mujeres. Entonces empezamos a trabajar para cambiar esto.
Ha tenido bastante éxito en Chile, Uruguay, México y Colombia. También hemos hecho un He for She con los deportes y firmé un convenio este año con el presidente de la Conmebol y el presidente de la FIFA justamente para que se impulse el respeto a la mujer y se les dé espacio particularmente en el fútbol que es tan importante en nuestra región.
Según un informe de la Cepal, hubo un retroceso de 10 años en empleo femenino debido a la pandemia, pero ¿es posible revertirlo?
Sí, yo creo que sí, que es posible. Tenemos un retraso de 10 años y un aumento de la feminización de la pobreza. Al cierre del 2020 había 118 millones de mujeres latinoamericanas que estaban en situación de pobreza, 23 más que en el 2019. No sé qué va a pasar en el 2021, pero supongo que estas cifras van a seguir subiendo. Y también tenemos que la participación de las mujeres en la economía bajó al 46%. Había alcanzado el 52%, pero fíjate que los hombres ahora tienen un 73%.
Tenemos que trabajar a nivel microeconómico con empresas, a nivel macroeconómico con ministerios de economía, y tenemos que concientizar sobre la importancia de la participación de la mujer en el sector privado. Además, necesitamos voluntad política.
Finalmente, ¿Por qué es importante que los sectores financieros inviertan en mujeres?
Bueno, invertir en mujeres es buen negocio porque hemos demostrado que cuando se invierte en mujeres tenemos utilidades de hasta un 25% más y porque el valor de mercado de esas empresas dirigidas por mujeres llega hasta un 40% más. Así que señores, pónganse las pilas, inviertan en mujeres porque van a ganar más. Y todos vamos a ganar más porque cuando se invierte en una mujer, ella invierte en su familia.