Santiago — Un desconocido virus tenía acorralada a la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2019. Aunque parecía una enigmática amenaza, el coronavirus solo demoró unos meses en convertirse en un enemigo cercano para el mundo. El bioquímico chileno Rodrigo Young, jefe del laboratorio del Instituto de Oftalmología de la University College de Londres, ya había efectuado miles de pruebas con la técnica PCR antes de que la covid-19 se convirtiera pandemia, en marzo de 2020, y sabía su utilidad.
Su atención se canalizó en hallar una solución para abaratar el precio de los exámenes y conseguir resultados más rápidos. Trazar y aislar con velocidad a los contagiados de coronavirus podía evitar la propagación de la enfermedad. Y pensó en una técnica opcional de la tradicional PCR nasofaríngea: tomar muestras espejos para diagnosticar el Sars-CoV-2. Con esta se evitaría “toda la regulación clínica” de las pruebas realizadas a seres humanos, lo cual sería más económico y comenzó a pensar en un objeto manipulado usualmente por personas. “Fue bastante obvio, en vez de testear a alguien era sencillo tomar muestras del celular de las personas, específicamente de la pantalla”, dijo.
Tras una prueba piloto en una clínica de Santiago, Young y sus socios de Diagnosis Biotech vieron una alta correlación entre contagiados de covid-19 y una alta carga viral detectada en sus teléfonos móviles. Luego sería certificada a través de otros ensayos más.
Su invención es aplicada en más de una decena de empresas chilenas hoy, donde realizan las pruebas a los celulares de los empleados y entregan resultados el mismo día. “Nuestro servicio es más económico, encontramos casos positivos y evitamos brotes”, explicó Young. La empresa está en conversaciones con Europa y Corea del Sur para expandir su test.
Pero esta innovación es una de las tantas creadas por chilenos para combatir el coronavirus. “Recibimos startups que abordan problemáticas en el sentido más amplio de la salud, desde soluciones para fabricar mascarillas antimicrobiales -con el uso de nanotecnología, impresión 3D y manufactura descentralizada- hasta plataformas que permiten conocer de antemano los tiempos de espera en hospitales”, dice el vicepresidente ejecutivo de Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), Pablo Terrazas.
Esta agencia gubernamental se encarga de apoyar el emprendimiento y la innovación en Chile. Terrazas cree que la pandemia tendrá efectos permanentes en varias industrias y marcará una tendencia, y cambiará las conductas de consumo y dará espacio al surgimiento de startups que atiendan las “nuevas demandas sociales”.
Barniz y stickers anticovid
Desde que Jorge Quidel quedó desempleado, en el estallido social de 2019, se dedicó a buscar un modo de crear su propia empresa. Con la llegada de la pandemia conoció a Enrique Ibarra y a Mauricio Atria y se aliaron en la compañía Nano Service para inventar un barniz a base de cobre que elimina la covid-19 de las superficies donde es aplicado en 5 minutos, certificado como un artículo único en su tipo por un laboratorio independiente este año. “La permanencia del barniz en cualquier superficie dura al menos 6 meses. Es muy versátil, se puede aplicar en muchas partes”, indica Quidel.
Su producto es usado en gimnasios, agencias de envíos de Chile y otras empresas. Planifican su comercialización en México, Argentina, y ya enviaron algunas partidas a Estados Unidos y Perú. “Estamos en una ronda de negocios con el gobierno de Costa Rica”, acota.
Clean Copper fue fundada por el chileno Nicolás Méndez en California en 2017, pero realizó las primeras pruebas de su principal producto, un sticker capaz de eliminar virus en minutos de modo continúo y autónomo, en 2019. Estaba creado para la industria hospitalaria, donde circulan gran cantidad de patógenos de peligro. “La tecnología genera una disrupción en el mercado de desinfección”, afirma.
No está basada en químicos, sino en cobre y eso reduce la contaminación. “Nos dimos cuenta de que era muy caro reemplazar todo por artículos de cobre, por eso diseñamos una ampliación especial a base de cobre, en forma de una lámina con un pegamento moldeable y capaz de recubrir cualquier superficie”, explica.
El proyecto llegó a Chile en 2020. “Es un país con mucho cobre, y queríamos hacer las pruebas en un mercado más chico antes de escalar a Estados Unidos”. Es usado en entidades y transporte público, mineras.
La Universidad Católica de Chile investigó durante semanas y certificó que Clean Copper elimina en un 96,6% el SARS-CoV-2 en cinco minutos.
La compañía proyecta para este año un crecimiento superior al 300% con relación al 2020. A su operación en Chile y el mercado estadounidense, específicamente en California, se sumó España y cuentan con contratos para abrirse a Panamá y en conversaciones para pisar Costa Rica. “Estamos evaluando a finales de este año aterrizar de forma directa a México”, revela Méndez.
A mediados de marzo, Clean Copper lanzó su propia tienda online. La empresa quiere concretar su entrada a Panamá y ver otros potenciales nuevos mercados.