Buenos Aires — La Unión Industrial Argentina llevó adelante un proceso interno ─complejo─ que concluyó con Daniel Funes de Rioja como presidente de una lista de unidad. Promovido por las empresas más importantes del país, la figura de Funes de Rioja generó cautela en la Casa Rosada, por la mirada crítica respecto al gobierno de Alberto Fernández que el dirigente industrial suele manifestar.
Funes de Rioja, abogado laboralista, presidente de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (Copal) y de la UIA, entre otros cargos, reconoce que el clima electoral suele tensar la relación entre el sector industrial y el Gobierno, pero pide “no dramatizar” esos procesos y aboga por alcanzar los acuerdos que Argentina necesita para avanzar hacia un camino de desarrollo.
En ese sentido, anticipa que desde la UIA presentarán “un libro blanco” con propuestas de políticas industriales, federales, sustentables e integradas en todos sus eslabones.
La siguiente conversación fue editada por motivos de extensión y claridad.
Bloomberg Línea: El clima electoral amenaza a generar inestabilidad en los mercados y en la economía ¿Qué panorama ve?
Daniel Funes de Rioja: Es evidente que cada dos años tenemos un panorama de cierta volatilidad por expectativas que pueden significar cambios de tipo político. Y esta volatilidad tiene que ver con los fundamentals de la economía. Argentina necesita políticas de Estado que trascienden los períodos presidenciales, políticas que puedan proyectarse a 10 y 20 años y marcar un sendero que no van a modificarse en la tendencia, más allá de cómo se llevan en la práctica por el Gobierno que haya ganado. Esa regla de predictibilidad es muy importante. Las expectativas contrarias que generan los cambios que pueden darse en un proceso electoral no deberían llevar a esta situación.
El escenario muestra dos coaliciones importantes con muchas diferencias entre sí. ¿Ve posibilidades que alcancen los acuerdos que menciona?
Es una necesidad más que una posibilidad. La recesión del 2018/2019 sumado a la pandemia del covid y su impacto en una economía debilitada llevó a que el 2020 sea un año complejo y tengamos que pensar no sólo en un rebote de la actividad sino en la iniciación de un proceso de crecimiento con inversión y con un rol claro de la iniciativa privada. Eso requiere de esos acuerdos, por eso desde la UIA vamos a bregar para que se logren esos acuerdos. Falta credibilidad, confianza y concertación para generar que Argentina sea un país federal, productivista, sustentable e inclusivo.
En esa mesa, ¿cuáles serían las propuestas del sector industrial?
Creemos necesario una reforma tributaria, no sólo por la carga fiscal sino también por la burocracia fiscal que demanda mucho tiempo. Además deben existir incentivos claros a la producción. El Estado, desde el Ejecutivo y el Legislativo, debe dar las grandes orientaciones en materia de infraestructura, etc., que permitan tener un federalismo real, hay sectores de la industria fuertemente comprometidos en el interior. Desde la UIA estamos confeccionando un libro blanco, un libro de propuestas de políticas industriales, federales, sustentables e integradas en todos sus eslabones.
En sus primeras semanas fueron evidentes las diferencias que sostiene con el oficialismo. ¿Qué tipo de diálogo tiene con el Gobierno?
El diálogo es esencial. Las entidades como la UIA son plurales, cada cual puede pensar desde el punto de vista partidista lo que quiera pero lo que nos convoca es el proyecto industrial, lograr una comunidad de ideas hacia un modelo productivista, por ende eso es transversal hacia todos los partidos políticos con representación parlamentaria que quieran dialogar y que reconozcan el rol de la iniciativa privada. Tenemos 134 años de vida industrialista, pero además tenemos un rol a jugar y la UIA tiene una representatividad incuestionable. A la política le pedimos que nos reconozca ese rol. Nos corresponde generar diálogo y buscar acuerdos. En mi experiencia me ha caracterizado la vocación de diálogo y es una vocación que no tiene límites políticos. Nuestra responsabilidad es ofrecer un modelo industrialista, no interferir con la política partidista.
¿Las diferencias son parte de esa construcción de diálogo?
Es evidente que en materia de política fiscal tenemos diferencias con los gobiernos, cualquiera sea su signo. Y las hemos ido marcando porque se ha ido incrementando la presión fiscal sobre el sector formal de la economía y por el otro lado ha crecido el sector informal. No es sólo en desmedro del país y de la calidad de vida de sus habitantes sino que también es competencia desleal para el sector productivo formal. Podemos tener también diferencias en lo que hace hacia el camino a modernización en las cuestiones de empleo. Pero pretendemos el diálogo. Le quitaría todo dramatismo a circunstancias que tienen que ver con procesos electorales, tanto nacionales como en los de las entidades.
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Actualmente están vigentes una serie de medidas decretadas en el inicio de la pandemia. Por caso la prohibición de despidos. ¿Qué opina?
Son parte del proceso covid, por tanto algunas de esas medidas, que no compartimos ─como la prohibición de despidos o el agravamiento indemnizatorio─ han buscado retener empleo en circunstancias de paralización de la actividad. Ante estas medidas, más allá de compartirlas o no, podemos entenderlas por tiempo limitado en determinadas circunstancias. Su prolongación en el tiempo termina generando cierto grado de parálisis y pérdida de productividad. El hecho de ser intocables (en el punto de vista laboral) hace que se pierda motivación. Por otro lado, el empleo no crece al ritmo que debería estar creciendo, porque la gente tiene miedo a contratar, porque si bien no rigen las medidas para los nuevos contratos, no se sabe qué va a pasar pasado mañana.
Según algunos funcionarios del Gobierno el principal problema que se enfrenta es el aumento en el precio de los alimentos. ¿Coincide?
¿Cuál es la razón de ser de los aumentos de precios de los alimentos? Lo hemos dicho claramente, no somos la causa de la inflación, sino la consecuencia. Hay que ser consciente también de la colaboración que dio la industria de la alimentación durante la pandemia, con donaciones y apoyos a distintos programas. En lo que hace a insumos nacionales hemos destacado que no sólo hay informalidad en la distribución o comercialización, sino también que lo hay en la producción. Hay clandestinidad que compite también por los insumos, y como no pagan ningún impuesto ─cuando un alimento paga promedio 38% de impuestos y una bebida el 47%─ esto le da margen a cualquiera para competir por los insumos. Y en los importados también ha habido volatilidad internacional. Han habido cambios durante toda la pandemia y esto ha repercutido en determinados insumos. Hay que sumar también el costo de la devaluación del tipo de cambio oficial, que estuvo cercano al nivel de inflación general. Todo esto gravitó y se debe computar.
¿Y cómo se ataca?
En materia tributaria proponemos que haya una devolución bancarizada del IVA sobre alimentos para sectores de menores recursos. Hoy hay recursos ─tarjeta alimentar─ que habilitan bancarizar esta herramienta para evitar la informalidad. Esto sería una opción en el marco de la emergencia para facilitar el poder de compra a los sectores más carenciados y más expuestos.
Argentina arrastra una crisis económica y social que lleva varios años. No hay generación de empleo privado y la pobreza supera el 40%. ¿Qué autocrítica hace el sector empresarial?
Todos somos responsables. Con estos niveles de pobreza, de marginalidad, de exclusión de los niños, somos responsables y también somos corresponsables de la tarea de reconstrucción o proyección hacia el futuro. El primer elemento es crear trabajo digno, trabajo formal registrado y socialmente protegido que le de dignidad al trabajador y le permita cubrir sus necesidades básicas y de sus familias. Para esto también hay que tener en cuenta que hace falta una nueva cultura laboral en Argentina, que está relacionada con las nuevas realidades tecnológicas. Hay que preparar a la gente, los tenemos que hacer empleables, entre todos, es un trabajo colectivo.
Se está dando un debate en el país desde el enfoque ambiental respecto a los modelos de producción. La ciudadanía rechazó la minería en Mendoza y en Chubut. Y en Tierra del Fuego se avanzó en la prohibición de la salmonicultura. ¿Cuál es su posición en esta discusión?
El tema ambiental es clave y lo debemos respetar. Pero no hay que ir hacia un negacionismo productivo. Hay que encontrar caminos para hacerlos compatibles. Argentina tiene recursos naturales mineros muy importantes, pero no pueden ser explotados de cualquier forma, debe hacerse racionalmente. Se debe respetar el medio ambiente pero ese respeto no puede significar un ´no hago nada´, como tampoco desaprovechar recursos naturales disponibles. Argentina tiene conciencia medioambiental, y hay que irradiarla educativamente hacia todos los niveles, pero producción y medioambiente deben ser siempre compatibles.