Bloomberg — La más reciente evaluación científica del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) generó muchos titulares sombríos el lunes, pero al menos una de sus conclusiones más importantes pasó desapercibida. La reducción de las emisiones es primordial, dicen, pero para mantener el calentamiento por debajo de niveles catastróficos, debemos encontrar también la forma de regresar a la atmósfera miles de millones de toneladas que se han emitido de dióxido de carbono. Ese proceso se conoce como eliminación de dióxido de carbono, o emisiones negativas.
El IPCC se refirió a las emisiones negativas en un informe especial de 2018. Pero esta vez, en la evaluación oficial, insisten con verdadera urgencia en el hallazgo. “El IPCC dijo que hemos fracasado y que la mitigación convencional por sí sola no será suficiente”, dijo Julio Friedmann, investigador principal del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia. “La eliminación antropogénica de CO₂ es lo que te queda cuando has fracasado en todo lo demás”.
Cuando el IPCC habla de la eliminación del dióxido de carbono, se refiere no sólo a la captura y almacenamiento de carbono, el proceso por el que el carbono procedente de una chimenea industrial en altas concentraciones queda atrapado mediante reacciones químicas y se almacena bajo tierra. También se refiere a sacar el carbono directamente del aire, donde actualmente permanece en unas 415 partes por millón.
Los autores del informe estiman que el futuro de un planeta habitable depende, al menos en parte, de que eliminemos entre 100.000 millones y 1 billón de toneladas de carbono que ya hay en la atmósfera para finales de siglo, dependiendo de cuánto sigamos generando y arrojando a ella. Para ponerlo en perspectiva, Friedmann estima que actualmente tenemos la capacidad de eliminar unas 5.000 toneladas al año mediante la captura directa del aire. Hay numerosas tecnologías con potencial para lograrlo, algunas aún en estudio –por ejemplo, diversas aplicaciones de los minerales triturados —y otras antiguas, como plantar más árboles. Sin embargo, la mayoría de ellas son todavía incipientes. También son muy caras. Friedmann afirma que, en el mejor de los casos, a finales de la década seríamos capaces de retirar 20 millones de toneladas anuales.
Mantener o mejorar esta trayectoria supondría probablemente grandes inversiones en tecnología. Pero no todo el mundo está de acuerdo en que nuestro dinero vaya a parar ahí.
Muchos grupos ambientalistas son profundamente escépticos respecto de la captura de carbono. La mayor parte de los 40 millones de toneladas de gas carbónico que se capturan por medio de la captura y el almacenamiento de carbono (es decir, de las chimeneas industriales y no del aire puro) se inyecta en el suelo y se utiliza para forzar la salida de más crudo a la superficie, prolongando así la vida de los combustibles fósiles. En julio, cientos de grupos de defensores del clima firmaron una carta en la que exhortando al gobierno de Biden a mantenerse alejado de ese tipo de captura de carbono.
A principios de esta semana, Thanu Yakupitiyage, director de comunicaciones en EE.UU. de 350.org, uno de los grupos que firmaron la carta, dijo que su posición no había cambiado desde el informe del IPCC. “A menudo, el gobierno de Biden y otros líderes mundiales comienzan con la captura de carbono y otras falsas soluciones”, dijo. “Para hacer frente a la crisis climática, primero hay que mantener el petróleo y el carbón bajo tierra. Es una cuestión de prioridades”.
Sin embargo, Noah Deich, cofundador y presidente de Carbon 180, un grupo de defensa de la eliminación del carbono, espera que la evaluación del IPCC demuestre que ya ha pasado el tiempo de esos argumentos de “o lo uno o lo otro”. “Simplemente, se nos terminó el tiempo para elegir un método preferido para la eliminación del carbono y sólo nos queda utilizar todas las herramientas a nuestro alcance”, dijo.
Por ahora, el péndulo político en Washington parece haberse inclinado a favor de la eliminación del carbono. En el proyecto de ley de infraestructuras bipartidista que el Senado aprobó esta semana, se incluyó una partida récord de US$9.000 millones para la captura de carbono. Deich señala que el proyecto de ley cuenta con US$3.500 millones para cuatro centros regionales de captura directa en el aire y otros US$3.500 millones para el transporte y almacenamiento de carbono, incluyendo dinero para construir una red masiva de tuberías para transportar el CO₂ capturado.
Sin embargo, incluso si algún proyecto experimental de eliminación de dióxido de carbono atmosférico tiene un éxito más allá de nuestros sueños más salvajes, el IPCC no ofrece ningún tipo de panacea. “Unas emisiones netas negativas sostenidas podrían acabar invirtiendo el aumento de la temperatura”, concluye el informe, “pero otros cambios climáticos continuarían en su rumbo actual durante décadas o milenios”.
No tiene sentido deprimirse por esto, dijo Friedmann. “Seamos optimistas o pesimistas, el trabajo es el mismo. El IPCC ha esbozado el problema. Ahora podemos seguir con las tareas”.
Leslie Kaufman escribe el boletín Climate Report sobre el impacto del calentamiento global.