Científicos alcanzan consenso “inequívoco” sobre el efecto humano en el cambio climático

El panel intergubernamental en cambio climático concluye que sin medidas drásticas la temperatura global aumentará 1,5°Celsius desde niveles preindustriales en las próximas dos décadas.

Una residente evacúa una isla griega afectada por incendios
Por Eric Roston y Akshat Rathi
09 de agosto, 2021 | 06:00 AM

Bloomberg — Un nuevo informe de los principales científicos del clima del mundo advierte que el planeta se calentará 1,5° Celsius en las próximas dos décadas si no se toman medidas drásticas para eliminar la contaminación por gases de efecto invernadero. La conclusión del grupo respaldado por las Naciones Unidas pone en peligro un objetivo clave del Acuerdo de París al tiempo que los signos del cambio climático se hacen evidentes en todo el mundo.

La última evaluación científica del Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) habla por primera vez con certeza de la responsabilidad total de la actividad humana en el aumento de las temperaturas globales. Los científicos pronostican que la tendencia al calentamiento no se detendrá hasta que cesen las emisiones.

“Es inequívoco que la influencia humana ha calentado la atmósfera, los océanos y la tierra”, escribieron los autores de la que es la sexta evaluación científica mundial del IPCC desde 1990 y la primera publicada en más de ocho años. Los autores concluyeron que el umbral crucial de calentamiento de 2°C “se superará durante el siglo XXI” si no se reducen drásticamente las emisiones “en las próximas décadas”.

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El informe publicado el lunes es el trabajo de más de 200 científicos que han digerido miles de estudios. El resumen fue aprobado por delegados de 195 países.

Más que cualquier otra previsión o registro, las determinaciones de este informe establecen un poderoso consenso mundial, y llegan a menos de tres meses de las conversaciones internacionales sobre el clima de la COP26 de la ONU.

Entre las principales conclusiones se encuentran la siguientes: La última década fue probablemente más calurosa que cualquier otro período de los últimos 125.000 años, cuando el nivel del mar era hasta 10 metros más alto. La combustión y la deforestación también han elevado los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera a los niveles más altos en dos millones de años, según el informe, y la agricultura y los combustibles fósiles han contribuido a que los niveles de metano y óxido nitroso sean más altos que en cualquier momento en al menos 800.000 años.

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El documento es “un código rojo para la humanidad”, dijo António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, en declaraciones preparadas con motivo de la publicación del informe. “Este informe debe ser una sentencia de muerte para el carbón y los combustibles fósiles, antes de que destruyan nuestro planeta”.

La humanidad ha calentado el clima a su máximo nivel en al menos 100.000 años. Todo el calentamiento es consecuencia de la actividad humana. El gráfico muestra el cambio de temperatura global a lo largo de los últimos 170 años y la proyección sin la influencia humana.

A pesar de que los autores del IPCC han dejado atrás parte de la cautelosa incertidumbre que caracterizaba a las evaluaciones anteriores, en los últimos meses se han producido una serie de desastres climáticos que ponen de manifiesto el nuevo lenguaje. El verano en el hemisferio norte se ha visto empañado por graves inundaciones en Europa y China, así como por una alarmante sequía y la temprana aparición de grandes incendios forestales en el oeste de Estados Unidos y Canadá. Uno de los lugares más fríos del planeta, Siberia, ha sufrido fuertes olas de calor e incendios forestales. El pasado fin de semana se vieron imágenes inquietantes de personas que huían de grandes incendios forestales en Grecia.

Casi todo esto puede atribuirse a la influencia humana. El IPCC concluyó que los efectos combinados de la actividad humana ya han aumentado la temperatura media mundial en aproximadamente 1,1°C por encima de la media de finales del siglo XIX. Se calcula que la contribución al calentamiento global de los factores naturales, como el sol y los volcanes, es casi nula. De hecho, los seres humanos han vertido a la atmósfera suficientes gases de efecto invernadero como para calentar el planeta en 1,5 °C, según el informe, pero la contaminación por partículas finas de los combustibles fósiles proporciona un efecto de enfriamiento que enmascara parte del impacto.

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En su quinta evaluación, publicada en 2013, los científicos voluntarios del IPCC introdujeron la idea de un “presupuesto de carbono”, estableciendo un límite superior a la cantidad de dióxido de carbono que puede añadirse a la atmósfera antes de que ésta supere ciertos umbrales de temperatura. “Ahora tenemos mucha más confianza en esas cifras”, afirma Joeri Rogelj, profesor de cambio climático y medio ambiente del Imperial College de Londres y uno de los autores del informe.

La humanidad tendrá alrededor de un 50% de posibilidades de mantenerse por debajo del umbral de 1,5 ºC exigido por el Acuerdo de París si las emisiones de CO₂ a partir de 2020 se mantienen por debajo de los 500.000 millones de toneladas. Al ritmo actual de emisiones, ese presupuesto de carbono se agotaría en unos 13 años. Si el ritmo no baja, el planeta se calentará más de 1,5°C.

Nuestra oportunidad de evitar impactos aún más catastróficos tiene fecha de caducidad”, dijo Helen Mountford, vicepresidenta de clima y economía del Instituto de Recursos Mundiales. “El informe implica que esta década es realmente nuestra última oportunidad para tomar las medidas necesarias para limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C. Si no conseguimos frenar rápidamente y colectivamente las emisiones de gases de efecto invernadero en la década de 2020, ese objetivo quedará fuera de nuestro alcance.”

No hay un único número que ilustre el presupuesto de carbono restante. Diferentes estimaciones prevén niveles variables de calentamiento y la posibilidad de mantenerse por debajo de esos umbrales.

El nuevo informe llega en medio de los preparativos para la COP26, que se celebrará en Glasgow en noviembre. Un acuerdo mundial para acelerar la reducción de las emisiones dependería de que los países pobres obtuvieran US$100.000 millones anuales de financiación climática por parte de los países ricos, algo previsto en anteriores acuerdos sobre el clima pero que aún no se ha conseguido. Los gobiernos nacionales también tendrían que acordar las normas que regulan el comercio de permisos de emisiones para garantizar que los que avanzan más rápido hacia la reducción sean recompensados por hacerlo.

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A diferencia del informe especial del IPCC de 2018 (que fue un tanto anómalo) titulado “Calentamiento global de 1,5 °C”, el informe publicado el lunes no afirma explícitamente que haya que alcanzar las emisiones netas cero en 2050 para cumplir los objetivos establecidos en el Acuerdo de París. Esto se debe a que el objetivo de este grupo era evaluar los nuevos conocimientos científicos, no prescribir acciones políticas. Los próximos informes del IPCC, previstos para febrero y marzo del año que viene, abordarán los impactos climáticos, la adaptación y la mitigación.

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Los autores del nuevo informe añaden que, tras contabilizar las emisiones globales desde el informe especial de 2018, su estimación del presupuesto de carbono restante en el mundo es “de magnitud similar” a la de su publicación anterior, lo que implica que la conclusión se mantiene. El escenario más ambicioso de este último informe ve a las emisiones cayendo a cero neto alrededor de 2050, que es lo más cercano a reafirmar la conclusión principal del informe especial.

Los cinco escenarios del informe prevén que se supere el umbral de 1,5 °C en 2040, y que luego se enfríe por debajo de ese límite en solo uno de ellos. Lograr ese enfriamiento dependerá de la eliminación a gran escala del dióxido de carbono del aire. Un análisis independiente realizado por el grupo Climate Action Tracker sugiere que las políticas globales actuales pueden seguir los escenarios medio o alto del IPCC, que conducen a un calentamiento de 2,7°C y 3,6°C para 2100.

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Las nuevas herramientas científicas pasan a formar parte de la conversación global

En los años transcurridos desde el anterior megainforme científico del IPCC, la ciencia climática ha visto como han surgido y madurado especialidades enteras. Ninguna de ellas es más resonante que la capacidad de analizar los fenómenos meteorológicos extremos en tiempo real para determinar el papel del cambio climático.

Hace veinte años, los investigadores no podían relacionar un fenómeno meteorológico concreto directamente con el cambio climático provocado por el hombre, lo que significaba que no se podía conocer la probabilidad científica de que una tormenta o una ola de calor concretas estuvieran relacionadas con el aumento de las temperaturas. Hoy en día, muchos de estos estudios de atribución meteorológica pueden producirse a los pocos días o semanas de un evento.

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La mortífera ola de calor que asoló la costa occidental de Norteamérica en junio tenía indicios detectables de responsabilidad humana. World Weather Attribution, un grupo de investigación internacional, necesitó sólo unos días después del estallido de la ola para concluir que las extraordinarias temperaturas serían “prácticamente imposibles” sin el efecto del cambio climático.

Esta capacidad de los científicos para analizar la probabilidad de que una catástrofe se deba al incremento de las temperaturas pone de manifiesto una de las principales conclusiones del IPCC: Todo el planeta se está calentando, aunque no de manera uniforme. Las regiones seguirán experimentando oscilaciones naturales de temperatura, sobre todo en los próximos años, ya que el calentamiento tarda en tener un efecto significativo en los procesos de la Tierra.

Los gráficos muestran las regiones donde han habido incrementos en eventos como olas de calor extremo, fuertes precipitaciones y sequías.

Otro avance científico en el campo de la sensibilidad climática permite ahora hacer proyecciones aún más certeras sobre el calentamiento futuro. Basándose en la investigación de climas antiguos y en la tecnología avanzada de satélites que monitoriza las nubes y las emisiones, los autores del IPCC han podido reducir sus proyecciones de temperatura para el resto del siglo, ofreciendo a la humanidad una imagen más clara de lo que nos espera si no actuamos rápidamente para reducir las emisiones.

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La respuesta de la Tierra a una duplicación teórica de los niveles preindustriales de CO₂ se considera ahora entre 2,5°C y 4°C, un rango mucho menor que el de 1,5°C a 4,5°C de los informes anteriores del IPCC. “El extremo superior se está reduciendo, lo que significa que algunos de estos resultados realmente malos parecen un poco menos plausibles de lo que eran”, dijo Zeke Hausfather, director de clima y energía del Breakthrough Institute, que no fue autor del resumen.

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Esta novedad ayudó a los autores del IPCC a enfrentarse a otro quebradero de cabeza: Algunos modelos del sistema terrestre actualizados para este informe empezaron a mostrar proyecciones sorprendentemente altas de calentamiento futuro. Pero el avance que permitía una mayor confianza en la respuesta potencial de la Tierra al CO₂ dio a los científicos pruebas para equilibrar el enfoque de los modelos con otras investigaciones.

Las mejoras en las proyecciones se debieron, en parte, a una mayor comprensión de las llamadas “retroalimentaciones climáticas”, como la forma en que el hielo que se derrite y los gases de efecto invernadero que se escapan del permafrost que se está descongelando se combinan entre sí de formas antes impredecibles. Los científicos están ahora más convencidos de que la reducción de las emisiones implica una menor posibilidad de activar las retroalimentaciones. Eso significa también que las medidas que adopte la humanidad a corto plazo para limitar las emisiones serán un factor determinante para que veamos estos efectos que se acelerarían dramáticamente en el largo plazo.

Las nuevas conclusiones del IPCC descartan la posibilidad de que las emisiones sin restricciones sólo tengan un efecto leve sobre las temperaturas globales, una esperanza a la que se aferraban pocos observadores, si es que había alguno. Pero los nuevos consensos científicos, en particular la reducción del rango de sensibilidad climática, proporciona una poderosa evidencia del que sería el mejor camino del mundo para lograr la seguridad: poner fin rápidamente a la liberación de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero.

¿Qué viene ahora?

Hay un final, si las naciones deciden intentarlo y alcanzarlo. Los datos siguen mostrando una relación directa entre el CO₂ y la temperatura. Eso significa que cuando las concentraciones de carbono en la atmósfera dejen de aumentar, la temperatura seguirá el mismo camino poco después.

Los científicos han comenzado este camino proyectando lo que ocurrirá cuando cesen nuestras emisiones. Cuando el mundo reduzca su uso de combustibles fósiles, por ejemplo, el efecto refrigerante de los aerosoles empezará a disminuir. Los científicos confían en que una forma de contrarrestar ese descenso sería llevar a cabo “reducciones fuertes, rápidas y sostenidas” de las emisiones de metano. Además del CO₂, el metano y el óxido nitroso, hay otros cuatro gases de efecto invernadero que también ofrecen oportunidades para frenar el calentamiento.

Incluso con un aumento del 1,1°C, el cambio climático se está cobrando vidas y destruyendo propiedades y forzando evacuaciones, migraciones y generando conflictos. Los efectos de la actividad humana siguen derritiendo glaciares y hielo marino. El calentamiento de los océanos supone su elevación a un ritmo más de 2,5 veces superior en este siglo que en el anterior, según el IPCC. Una parte de ese daño ya se ha incorporado a los siglos venideros.

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Este último año ha demostrado que el cambio climático ya no es una amenaza lejana”, dijo Katharine Hayhoe, científica jefe de Nature Conservancy, que no participó en el informe. “Ya no podemos dar por sentado que los ciudadanos de los países más prósperos y seguros, como Canadá, Alemania, Japón y Estados Unidos, podrán sortear los peores excesos de un clima que se desestabiliza rápidamente, aunque los de latitudes más vulnerables lo sufran”.

Un escenario donde el calentamiento global se puede mantener por debajo de los 1,5°C implica llegar a emisiones netas cero en 2050

El IPCC es intrínsecamente conservador. Hace hincapié en la información en la que los científicos tienen más pruebas y están más de acuerdo. Al mismo tiempo, el nuevo consenso científico no descarta que se sigan investigando sus conclusiones de menor confianza. Los autores señalan que algunos cambios potencialmente radicales no se comprenden tan bien, como los calores extremos, poco probables pero aún posibles, o el colapso de la capa de hielo.

Otro “resultado de baja probabilidad y alto impacto” señalado por los autores del IPCC es un cambio repentino y drástico en la circulación oceánica. Un estudio publicado la semana pasada en la revista Nature Climate Change documentó los cambios en la potente agitación del agua del Atlántico como posibles indicadores de “una pérdida casi total de estabilidad”.

El propio IPCC prevé un mayor debilitamiento de la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico en las próximas décadas, con desacuerdos sobre la posibilidad de que se produzca un colapso antes de 2100. Este fenómeno debilitaría los monzones en África y Asia, los reforzaría en el hemisferio sur y secaría Europa.

Siempre hay más preguntas que hacer, y el perpetuo movimiento de la investigación significa que incluso la evaluación más exhaustiva nunca puede ser realmente completa. “Así es la ciencia, ¿no?”, dice Tamsin Edwards, autora del IPCC y profesora de cambio climático en el King’s College de Londres. “Está en constante evolución, perfeccionando y añadiendo nuevos estudios, y mejorando nuestros conocimientos. La intensidad del esfuerzo que supone la evaluación de la literatura (los 14.000 artículos de este informe) lo convierte en una síntesis autorizada, exhaustiva y coherente de una manera que un solo artículo nunca podrá ser”.

- Con asistencia de Dave Merrill y Mira Rojanasakul