Opinión - Bloomberg

Haití puede reconstruir su economía. Así es como se hace.

En 1950, Haití estaba a la par con Jamaica y la República Dominicana. En 2018, tenía menos de un tercio de la riqueza de la primera, y menos de una sexta parte de la segunda

Ciudadanos de Haití participan de una protesta después del asesinato del presidente Jovenel Moïse.
Por Noah Smith
17 de julio, 2021 | 04:56 PM
Tiempo de lectura: 4 minutos

Bloomberg Opinion — (Bloomberg Opinion) -Tras el asesinato de su presidente, Haití corre de nuevo el riesgo de caer en el caos político. La disfunción crónica del país es a la vez resultado y causa de su pobreza crónica. Lo que necesita es centrarse en el crecimiento económico y, para ello, Haití debería copiar a sus vecinos más exitosos, como Jamaica y la República Dominicana.

Ahora mismo, Haití es el país más pobre del hemisferio occidental. Peor aún, según algunas mediciones, el nivel de vida de Haití no ha crecido en absoluto desde 1950.

El PIB de Haití no se ha incrementado en más de medio siglo

En 1950, Haití estaba a la par con Jamaica y la República Dominicana. En 2018, tenía menos de un tercio de la riqueza de la primera, y menos de una sexta parte de la segunda. Se trata de uno de los fracasos económicos más espectaculares del mundo moderno, y revertir la situación debería ser una misión impulsora para los haitianos, así como para Estados Unidos y otros vecinos de la región.

La pregunta “¿Por qué Haití es tan pobre?” es interesante y compleja, y tiene sus raíces en la historia y en la política. Pero en lugar de centrarse en el pasado, los haitianos deberían preguntarse: “¿Qué se pudiera hacer para que Haití sea menos pobre?”. Las respuestas más probables son el turismo y la mejora de la agricultura.

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La mayoría de los países insulares del Caribe prosperan gracias al turismo. En el caso de Jamaica, la contribución total de la industria se estima en un 31% del PIB. Incluso para la República Dominicana, con una mezcla industrial bien diversificada de manufacturas y servicios, el turismo sostiene un estimado 16,3% de la economía. Las islas del Caribe son lugares soleados rodeados de aguas hermosas y cálidas, un lugar perfecto para las vacaciones.

Pero hasta ahora, Haití sólo ha conseguido aprovechar un poco esta ventaja. La única atracción turística real es el puerto de Labadee, alquilado por una compañía de cruceros y aislado del resto de la nación. La mayor razón por la que los turistas no visitan las hermosas playas de Haití es el miedo. Aunque la tasa de asesinatos del país no suele ser tan alta, tiende a dispararse enormemente durante los frecuentes periodos de inestabilidad política. Haití también se ha convertido en un epicentro de secuestros.

El problema de la seguridad en Haití probablemente no podrá empezar a solucionarse hasta que los ciudadanos sean capaces de ganar un poco de movilidad ascendente. Por ahora, el país debería centrarse en crear pequeños oasis de seguridad en los que los turistas puedan estar seguros de que no serán secuestrados o robados. Este enfoque ha sido utilizado por otros países, como México, para mantener el turismo incluso durante los brotes de violencia en todo el país. Y también es la forma en que la República Dominicana y Jamaica tienen industrias turísticas exitosas a pesar de sus propios altos índices de criminalidad. Haití debería concentrar las fuerzas de seguridad cerca de estos enclaves de playa y construir infraestructuras para restringir el acceso, como en Labadee.

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Haití también puede construir uno o dos aeropuertos cerca de los centros turísticos. Dado que las infraestructuras son caras, esto, así como los hoteles y otros edificios en los centros turísticos reales, requerirán financiación extranjera. Por ello, Haití tiene que asegurarse de ofrecer promesas de derechos de propiedad estables a los inversores extranjeros. Esos derechos de propiedad también serán una buena influencia en la gobernanza del país, porque acabarán permitiendo una cultura empresarial.

Las relaciones sociales que se generen al destinar secciones de la costa del país al turismo serán feas en algunos aspectos: extranjeros ricos que vienen a visitar las playas más hermosas de Haití mientras ignoran a casi todos los lugareños, excepto a los que trabajan en sus hoteles. Pero ahora mismo el crecimiento económico tiene prioridad.

Haití también necesita mejorar su productividad agrícola. La agricultura sigue representando cerca de la mitad de la economía del país. Programas como la Iniciativa de Desarrollo Económico Rural de Jamaica han conseguido mejorar el rendimiento de los cultivos y los ingresos rurales. Aumentar el rendimiento también puede evitar la necesidad de aumentar la superficie cultivada (lo que provoca la pérdida de suelo), y la modernización de las pequeñas explotaciones puede ayudar a hacerlas más resistentes frente a los frecuentes desastres naturales de la isla.

Por último, Haití podría considerar convertirse en un paraíso fiscal. Muchas pequeñas islas del Caribe, como las Bermudas y las Caimán, han conseguido que las empresas extranjeras instalen allí sus oficinas o compren propiedades inmobiliarias locales, ofreciendo tipos impositivos extremadamente bajos para las empresas. Es un truco barato, por supuesto, y ayuda a las empresas del mundo rico a eludir sus facturas fiscales. Pero aportaría un dinero muy necesario y podría ayudar a desarrollar un hábito nacional de protección de los derechos de propiedad. Esta estrategia también requeriría crear enclaves de seguridad para los extranjeros.

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El turismo, la productividad agrícola y el estatus de paraíso fiscal son iniciativas modestas. No transformarán a Haití en una historia de éxito como la de la República Dominicana de la noche a la mañana. Pero son iniciativas factibles, porque no requieren arreglar todo el país a la vez, sólo crear focos de seguridad para generar algo de prosperidad que pueda empezar a ayudar a sacar a los haitianos normales de la pobreza abyecta, encendiendo un círculo virtuoso de estabilidad política y crecimiento.

La diáspora haitiana, y las agencias de ayuda internacional, deberían concentrar su gasto en la creación de focos de crecimiento. Estados Unidos podría dar un nuevo impulso estableciendo un acuerdo comercial ampliado con Haití, similar al que tiene con la República Dominicana. De hecho, muchas naciones deberían hacer lo mismo, ya que un Haití inestable no beneficia a nadie.

Haití no se va a arreglar mañana, ni pasado mañana. Pero cuando se está en el fondo, la única forma de ir hacia arriba. El crecimiento tiene que empezar por algún lado.