Los sitios de vacunación de Venezuela son tristemente conocidos por sus interminables filas y falta general de información sobre quién califica para vacunarse. A menos que se esté haciendo cola para la vacuna cubana.
No se exigen listas ni mensajes de texto del Gobierno en los dos sitios de vacunación activados esta semana en Caracas para ofrecer la vacuna Abdala, ambos ubicados en una zona residencial dentro de una gran base militar llamada Fuerte Tiuna. Solo se necesita la identificación del paciente y un formulario de consentimiento firmado. La parte más larga del proceso es la espera de 30 minutos para monitorear posibles efectos secundarios posteriores. Algunos están nerviosos, y con justa razón.
Venezuela es el primer país fuera de Cuba en incluir la vacuna Abdala en su programa nacional de inmunización. Y lo ha hecho bajo fuertes críticas de asociaciones médicas locales y ONG; la Federación Médica Venezolana ha instado a la gente a no vacunarse con ella, diciendo que no hay suficiente información pública al respecto. El 24 de junio, el país recibió el primer envío de alrededor de 30.000 dosis para inmunizar a 10.000 personas, ya que es necesario administrar tres dosis. Sin embargo, el Gobierno de Nicolás Maduro espera contar más adelante con suficientes suministros para vacunar completamente a 4 millones de personas.
“Vamos juntos, unidos, Cuba y Venezuela, construyendo las respuestas y las soluciones de nuestra América Latina caribeña, de nuestra América”, dijo Maduro a principios de este año. “Les doy las gracias por incorporar a Venezuela en estos ensayos”.
Si bien los suministros de vacunas son muy necesarios, comenzar a usar las vacunas no probadas también es una clara declaración política de Venezuela. Ambos países han forjado una alianza de izquierda en las últimas décadas; en un momento intercambiaron envíos de combustible desde Venezuela por profesionales médicos enviados desde Cuba.
Aunque Cuba ha dicho que su vacuna ha demostrado tener una eficacia de 92% –junto con otra vacuna llamada Soberana 02, que registra una tasa de eficacia de 62%–, los datos clínicos no se han sometido a una revisión de pares. El miércoles, en una conferencia de prensa, la Organización Panamericana de la Salud instó a Cuba a registrar la vacuna y compartir los resultados de sus estudios para que la comunidad científica pueda evaluarla adecuadamente.
Hasta ahora, solo 1,3 millones de venezolanos han recibido al menos una dosis de vacunas fabricadas por laboratorios chinos y rusos, según un informe reciente de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. El acceso a vacunas a través del mecanismo global Covax, patrocinado por la Organización Mundial de la Salud, es ahora incierto, ya que el pago no se ha finalizado debido a problemas de cumplimiento.
Si bien los casos y muertes por covid-19 en Venezuela son pocos en comparación con sus vecinos Colombia y Brasil, se considera que las cifras oficiales subestiman enormemente el verdadero impacto de la pandemia. El Gobierno ha estado priorizando a las personas mayores de 60 años y al personal médico en su campaña de vacunación que apenas ha cubierto al 4% de la población con una primera vacuna.
El Ministerio de Salud de Venezuela no respondió a una solicitud escrita de comentarios.
“Setenta por ciento de las personas que han venido a vacunarse son menores de 60 años”, señaló Pedro Almenares, representante de la farmacéutica cubana BioCubaFarma, quien estaba monitoreando el proceso.
Almenares dijo que la empresa ya inició el proceso para registrar las vacunas a nivel internacional.
Elizabeth Guerra, coordinadora de Misión de Salud Cubana, dijo: “Otros países ya están solicitando vacunas, como Argentina”.
©2021 Bloomberg L.P.