El buque de guerra que viaja a Venezuela es la nueva amenaza de Irán a EE.UU.

El Makran surca el Atlántico con una carga letal de lanchas con misiles de alta velocidad que podrían ser enviadas por Teherán a Caracas.

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Bloomberg Opinion — Durante las dos últimas semanas, un gran buque de la marina iraní, el Makran, ha estado surcando el Atlántico, supuestamente en dirección al Caribe. En la parte superior este buque de guerra lleva un cargamento letal: siete lanchas de ataque con misiles de alta velocidad, que probablemente se dirigen a Venezuela.

Las lanchas rápidas son de la clase iraní Peykaap, y suelen ser operadas por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. Con casi 60 pies de eslora, pueden transportar dos letales misiles antibuque que tienen un alcance de cerca de 20 millas en modo superficie-superficie, así como un par de torpedos de 13 pulgadas. Algunos informes indican que una fragata iraní podría acompañar al Makran y su carga.

Conozco bien esa clase de barcos, al igual que la mayoría de los oficiales de la Marina estadounidense. Los vemos con frecuencia en el Golfo Pérsico, acosando a los buques mercantes y desafiando ocasionalmente a nuestros buques de guerra. Son bastante peligrosos, especialmente en una vía marítima restringida como el Golfo.

Lo que es único en esta situación es que están emparejados con el Makran, que puede funcionar como una especie de “barco nodriza” de 755 pies para una cría hostil de lanchas con misiles proporcionando apoyo logístico general, combustible, municiones y comunicaciones de larga distancia. Después de descargar las lanchas, el Makran puede operar con una gran cubierta de vuelo para helicópteros, lo que ampliaría efectivamente el alcance de combate de las patrulleras al darles “ojos” sobre el horizonte.

¿Qué ocurre entre Irán y Venezuela tan cerca de las costas estadounidenses, y cómo cooperarían los venezolanos con los iraníes en el uso de este poder marítimo?

Existen estrechas relaciones entre Venezuela e Irán desde hace dos décadas, iniciadas por el exdictador venezolano Hugo Chávez. Asimismo, las armadas de ambas naciones han cooperado desde principios de siglo. Cuando Chávez murió en 2013 y el actual dictador Nicolás Maduro asumió el poder, la amistad no hizo más que profundizarse. Relaciones tensas con Estados Unidos, sanciones paralizantes, economías que se desmoronan, regímenes duros con ambiciones regionales: Teherán y Caracas, por desgracia, tienen mucho en común.

Cuando dirigía el Mando Sur de Estados Unidos a finales de la década de 2000, me preocupaban especialmente las actividades marítimas irregulares de Venezuela dirigidas contra aliados de Estados Unidos en la región, como Colombia y Trinidad y Tobago. Estas actividades incluían la presión sobre pescadores comerciales y apoyo tácito a los barcos de contrabando.

La armada venezolana tiene varios usos potenciales para los barcos de misiles iraníes. El más obvio sería el de hostigar a los buques de guerra colombianos, que suelen operar en las aguas del sur del Caribe. Las dos naciones están involucradas en varias disputas territoriales, y Colombia ha intentado proporcionar ayuda alimentaria suministrada por Estados Unidos a la oposición de Maduro.

Otra opción es que los venezolanos utilicen los barcos iraníes para proteger y escoltar a los buques mercantes que violen las sanciones de Estados Unidos o estén involucrados en el contrabando de narcóticos. Después de que Estados Unidos incautó más de un millón de barriles de petróleo de buques iraníes con destino a Venezuela en agosto, parece que el régimen de Maduro llegó a la conclusión de que necesitaba un esquema más robusto para proteger los barcos que entran y salen de sus puertos.

Por último, los venezolanos podrían, en general, convertirse en una molestia en las aguas cercanas, al igual que los iraníes lo hacen en el Golfo; el Caribe es rico en cruceros, cargas mercantes y buques más grandes que se dirigen al Canal de Panamá. También podrían unirse a los buques navales cubanos para formar un eje de molestia a través del Caribe oriental.

No está claro si los marineros iraníes operarán las lanchas rápidas o si entrenarán a los venezolanos para que lo hagan ellos mismos. Cualquiera de las dos posibilidades es motivo de gran preocupación para el Mando Sur en Miami. Ya está ocupado con la lucha contra el narcotráfico, la ayuda humanitaria en caso de catástrofe, la diplomacia médica centrada en Covid-19 y, sobre todo, la protección del Canal de Panamá y la base estadounidense de la Bahía de Guantánamo (Cuba).

Las transferencias de armas por parte de cualquiera de las dos naciones son una posible violación de las sanciones estadounidenses, por lo que la intervención puede estar justificada. Estados Unidos debería llevar toda la información que tenga sobre el viaje del Makran a la Organización de Estados Americanos (OEA), que puede coordinar una respuesta con los socios de Estados Unidos en la región.

Si Estados Unidos estuvo dispuesto a confiscar los envíos de petróleo iraní por violar las sanciones el año pasado, debería estar preparado para tomar medidas directas para impedir que estas pequeñas pero letales máquinas de guerra sean entregadas a un régimen corrupto y peligroso en Caracas.