Opinión - Bloomberg

Reemplazar a Powell sería un error no forzado

Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de EE. UU., llega a una audiencia del Comité Bancario del Senado en Washington, DC, el jueves 15 de julio de 2021. Fotógrafo: Al Drago / Bloomberg
Por Ramesh Ponnuru
16 de julio, 2021 | 05:00 AM
Tiempo de lectura: 3 minutos

Bloomberg — A principios de julio, el sitio web Politico informó que el actual jefe de la Reserva Federal, Jerome Powell probablemente volvería a ser designado en su puesto. El encabezado fue: “Está en Jay perder el empleo”. Sin embargo, solo dos semanas después, esto parece menos seguro. Grandes medios de comunicación informan que el presidente Joe Biden está considerando la posibilidad de instalar a un nuevo presidente de la Fed cuando el mandato actual de Powell culmine en febrero, e incluso que podría estar inclinándose en esa dirección.

Es comprensible que Biden quisiera tener a una persona nombrada por él para ocupar el cargo más alto en la formulación de políticas económicas del país, y que muchos demócratas preferirían a alguien más entusiasta sobre la regulación financiera que Powell. Pero reemplazar a Powell ahora sería una decisión equivocada en un el momento equivocado.

Ello no quiere decir que el mandato de Powell haya sido perfecto. Subió las tasas de interés demasiado pronto en sus primeros años como presidente, parte de un ciclo en el que la Fed sobrestimó la tasa de interés neutral y subestimó cuánto podría subir la tasa de empleo sin causar inflación (como resultado, el expresidente Donald Trump, que había nombrado presidente a Powell, comenzó a llamarlo enemigo de EE.UU.).

No obstante, el desempeño de Powell parece muy sólido cuando se le compara con el de otros banqueros centrales. Bajo sus tres predecesores, la Fed ayudó primero a generar un auge crediticio con una política monetaria relajada, luego contribuyó a marcar el comienzo del colapso financiero y a una profunda recesión con una política monetaria estricta, y finalmente tomó decisiones que debilitaron la recuperación económica. Por el contrario, en 2020, cuando se enfrentó a una crisis que no fue provocada por la Fed (la pandemia y el cierre económico), Powell brindó el apoyo que la economía necesitaba.

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Las reducciones en las tasas de interés, la flexibilización cuantitativa y las promesas de que estas políticas continuarían el tiempo que fuera necesario ayudaron a limitar el impacto en los niveles de gasto total. A partir del primer trimestre de 2021, el déficit en el gasto fue solo del 2,4% en comparación con las expectativas. El Banco Central Europeo, por el contrario, ha tenido que ponerse al día: ahora está tratando de elevar su meta de inflación admitiendo tácitamente que no ha sido lo suficientemente estimulante.

No obstante, las políticas de Powell han provocado una reacción adversa. La inflación ha estado en aumento. Eso, no obstante, solo se debe parcialmente a sus políticas. Los cuellos de botella en las cadenas de suministro relacionados con la pandemia también contribuyeron, y los datos estadísticos de inflación se ven impulsados artificialmente en comparación con las condiciones de hace un año, cuando la economía estaba mucho más afectada por las restricciones. Dado que hemos estado en una era de baja inflación, las cifras se prestan para generar titulares sobre cifras de inflación que son las más altas en décadas.

El caso más optimista es que las tendencias se verán mejor hacia fines de año a medida que las cadenas de suministro se fortalezcan y el confinamiento quede atrás. La hipótesis pesimista es que la turbulencia actual está perturbando las expectativas de inflación futura de una manera que se volverá una profecía autocumplida. Si Biden nomina este verano un reemplazo para Powell, agregará incertidumbre sobre la política monetaria en un momento en que es probable que ya está en un pico de polémica y peligro.

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Si bien es importante que la regulación bancaria sea correcta, no es tan vital, y la Fed no es tan indispensable para establecerla, como la política monetaria. Si el dinero es muy limitado, puede ejercer más presión sobre las debilidades de los mercados financieros o incluso crear crisis financieras. Eso es lo que sucedió en la Gran Depresión y, en menor medida, en la Gran Recesión de hace una docena de años.

Además, el mandato de Randal Quarles como vicepresidente de supervisión de la Fed también llegará pronto a su fin, y esa oficina tiene la responsabilidad directa de la regulación. Reemplazar a Quarles sería mucho menos perturbador que echar a Powell.

Es casi seguro que Biden preferiría que la Fed mantuviera la política monetaria tal como está en lugar de arriesgarse a un endurecimiento prematuro que ralentizaría el crecimiento o desencadenaría una recesión. La desventaja política de estas medidas será menor si están asociadas con un presidente de la Fed que fue designado originalmente por Trump en lugar de alguien nombrado por Biden.

Las consideraciones macroeconómicas y políticas apuntan en la misma dirección: Biden debería darle a Powell otro mandato. Una elección diferente sería un error no forzado y podría resultar costoso.