Los mercados financieros operan bajo una serie de regímenes cuando existe un determinado conjunto de condiciones económicas durante un período de tiempo. Mi primer encuentro con el concepto tuvo lugar en 2000, cuando leí el artículo del analista cuantitativo Emanuel Derman titulado “Regímenes de volatilidad”. Derman explicó que tenemos períodos con una volatilidad persistentemente baja y períodos con una volatilidad persistentemente alta. Pero esto también es aplicable para otras variables del mercado como la inflación, las tasas de interés y los precios de las materias primas. Los regímenes de mercado pueden persistir durante muchos años, pero los inversores a menudo no se adaptan.
Los eventos ocurridos a principios de este año son un buen ejemplo. Algunos se beneficiaron cuando las tasas de inflación comenzaron a subir y los rendimientos de los bonos se dispararon después de la investidura presidencial de EE.UU. en enero debido a la especulación de que pronto habría un aumento del gasto público y mayores déficits presupuestarios. Otros estaban en una mala posición para este cambio de régimen y lucharon contra él, perdiendo dinero en el proceso. Pero esas personas ahora están siendo recompensadas, ya que los rendimientos a 10 años han caído y las antiguas operaciones de desinflación hacen una reaparición.
El punto aquí no tiene que ver con quién tenía razón o quién estaba equivocado, sino que el objetivo de un inversor debería ser independiente del régimen, capaz de adaptarse y ganar dinero en todo tipo de condiciones de mercado. Suena bastante fácil, pero el problema es que la mayoría de los inversores son muy inflexibles en cuanto a su filosofía de inversión, lo que hace que no se adapten bien a un contexto de regímenes dinámicos. Eso es porque su filosofía de inversión a menudo está ligada a su identidad. Argumentan: “Soy un inversionista de valor”, y hacen todas las cosas que hacen los inversionistas de valor, y usan la misma ropa que usan los inversionistas de valor, y conducen los mismos autos que los inversionistas de valor, solo para ver que su estrategia no funciona durante una década o más. ¿Por qué no hacer lo que funciona?
Llevo cerca de 10 años en Twitter, principalmente como observador pasivo, más que como participante activo. Y lo único que he notado con el tiempo es que algunas creencias financieras tienden a corresponder a ciertas creencias políticas. Por ejemplo, la economía es explícitamente política en el sentido de que la gente de derecha tiende a creer en la escuela austriaca de economía y monetarismo, y la gente de izquierda tiende a creer en la economía keynesiana y la teoría monetaria moderna.
Esto es fácil de entender. A los liberales les suele gustar Keynes porque creen en el poder del gobierno y del banco central para gastar dinero y ampliar el crédito para lograr resultados económicos. Los conservadores creen que el gobierno es impotente para efectuar cambios positivos en la economía y creen que las intervenciones en el libre mercado causan consecuencias adversas no deseadas. No se pueden reconciliar.
Pero si uno se remonta al período 2017-2018, en ese entonces teníamos discusiones sobre algo que no estaba relacionado con la política: los fondos indexados y la inversión pasiva en general. Vanguard acababa de cruzar el umbral de los US$5 billones en activos y el 50% de todos los activos bajo administración estaban en fondos pasivos. Aquí, nuevamente, su opinión sobre los fondos indexados probablemente estuvo influenciada por su creencia política. A los liberales les gustaba la indexación porque creían en mercados eficientes y la visión pesimista de que ninguna persona podía superar consistentemente al índice; los conservadores creían que se podía y se debía intentar.
Un ejemplo más contemporáneo es la inflación. Los de derecha parecen pensar que vamos a tener mucha inflación y los de la izquierda creen que la inflación es transitoria y volverá a la normalidad. Los conservadores, que son escépticos del gobierno y de los bancos centrales, culpan a la Reserva Federal, el estímulo fiscal y a los subsidios de desempleo por el aumento de los precios. Los liberales mantienen a la Fed indemne y creen que la inflación se debe a interrupciones en la cadena de suministro y que se atenuará.
Independientemente del tema que examine en finanzas, se va a encontrar con las mismas personas del mismo bando que discuten sobre las mismas cosas. Los liberales compran acciones de crecimiento y los conservadores compran acciones de valor. Los liberales creen que las tasas de interés bajarán y los conservadores creen que las tasas de interés subirán. A los liberales les gusta la inversión en asuntos de gobernanza, inclusión y sostenibilidad y los conservadores deploran el GIS. A los liberales les gustan las acciones tecnológicas y a los conservadores les gusta la energía y los materiales. A los liberales les gustan las recompras de acciones ya los conservadores les gustan los dividendos. A los liberales les gusta la moneda fiduciaria, mientras que a los conservadores les gusta el oro o bitcóin.
Es importante tener en cuenta que estas son generalizaciones amplias y que existen excepciones a todas las reglas. Pero cuando uno ve personas discutiendo sobre finanzas en Twitter y en otros lugares, en realidad están discutiendo sobre política. Y la gente puede ser descortés cuando discute sobre política.
Curiosamente, entre 2010 y 2020, uno podría tener la impresión de que los liberales estaban ganando las discusiones. Las acciones de crecimiento tuvieron una carrera alcista épica, reinó la desinflación, bajaron las tasas de interés, las operaciones relacionadas a GIS estaban funcionando y los fondos indexados estaban aniquilando a sus contrapartes administradas activamente. Desde la pandemia, la tendencia se revirtió: la inflación es alta y está aumentando, al igual que las tasas de interés, las acciones anti-GIS han tenido un rendimiento superior y nadie habla de indexación porque están muy ocupados negociando en Robinhood. Por supuesto, durante los últimos meses, volvió a cambiar.
Me pregunto si no solo estamos atestiguando regímenes de factores, sino regímenes de ideología. Esa es la esencia de los mercados; tu lado gana por un tiempo, luego mi lado gana por otro tiempo. Pero ahora estos factores tienen connotaciones políticas. ¿Podría ser que las finanzas son una batalla de ideologías en competencia y que un lado ganará al final? Seguro que lo parece si hablas con algunos de los “gold bug” (una expresión coloquial que se usa para referirse a personas que son particularmente optimistas con el oro).
Tiendo a no ver la inversión como un choque épico entre el bien y el mal. Si lo haces, te estás condenando al fracaso, porque ello hace que pienses en los del otro lado como adversarios, en lugar de simplemente como alguien con una opinión distinta. Si empiezas a creer que eres un combatiente por la libertad, es muy difícil abandonar posiciones una vez que se mueven en tu contra.
Bloomberg