Bloomberg — Cuando la pandemia azotó el Caribe, destrozando a las economías locales dependientes del turismo, la región recibió ayuda de India, Cuba y Taiwán, pero no de la única superpotencia del hemisferio.
El Gobierno de Estados Unidos ha fracasado en gran medida en dar un paso al frente y desempeñar su papel de liderazgo habitual, según un líder caribeño.
“Esa es la percepción”, dijo el primer ministro de San Cristóbal y Nieves, Timothy Harris, en una entrevista telefónica. “No hemos sentido todo el peso del país más poderoso en esta lucha contra la pandemia”.
Durante dos siglos, Estados Unidos ha cobrado gran importancia en el Caribe y, a menudo, es el primero en brindar asistencia cuando azotan desastres naturales como terremotos y huracanes.
En esta ocasión, las primeras vacunas que llegaron a la Comunidad del Caribe, o CARICOM, fueron donadas por India. Al comienzo del brote, Taiwán proporcionó cubrebocas y protectores faciales, al tiempo que Cuba envió sus polémicas brigadas médicas a San Cristóbal y algunas naciones vecinas.
Harris reconoció que EE.UU. está ayudando proporcionando US$2.000 millones a la iniciativa Covax para suministrar vacunas a las naciones pobres, pero dijo que el Caribe no ha visto ningún gesto de alto perfil de Washington.
“No ha habido un acercamiento específico a nivel bilateral a los estados miembros dentro de la región de CARICOM”, señaló.
El Departamento de Estado de EE.UU. no respondió a un correo electrónico en busca de comentarios, pero la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos dice que “ha proporcionado miles de millones para combatir el covid-19 en más de 120 países”.
Mientras que EE.UU. ahora tiene suficientes vacunas para vacunar a cada uno de sus ciudadanos, el Caribe, como muchas otras partes del mundo, todavía está luchando por cubrir incluso a sus poblaciones más vulnerables.
Pobreza y migración
Harris dijo que a Washington le conviene ayudar a sus vecinos. Al hacer que las vacunas estén disponibles en la región, Estados Unidos podría ayudar a reactivar las economías, reducir la pobreza y, por lo tanto, frenar la migración, dijo.
“En un mundo transfronterizo, nadie está a salvo del covid-19 hasta que todos estén básicamente a salvo”, dijo.
St. Kitts y Nevis, una nación con dos islas de 53.000 habitantes en el Caribe oriental, lo ha hecho mejor que muchos de sus vecinos. Al cerrar el turismo desde marzo de 2020 hasta octubre, mantuvo a raya los casos. Es uno de los pocos países del hemisferio que no reporta muertes por covid-19. Y ha inoculado alrededor del 25% de su población, más que la mayoría de sus pares.
Harris espera que los protocolos de seguridad y el historial de la nación lo ayuden a atraer a los turistas que sustentan su economía. Pero primero, las vacunas deben compartirse de manera más equitativa, dice.
“Creemos que es un deber de la humanidad”, dijo Harris, “y esperamos que más países estén a la altura”.