Al pensar en la palabra “vacuna”, por lo general viene a la mente la imagen de una aguja en el brazo de alguien, una visión aterradora para algunos. Por ello, China e India acaban de autorizar una forma más sencilla de recibir una dosis de refuerzo de vacuna contra Covid-19, una que se puede inhalar.
La vacuna china funciona así: una máquina parecida a una de café espresso convierte el líquido de la vacuna en una nube pálida e inodora que se canaliza en una taza de plástico para beber. Se le pide al paciente que exhale completamente, inhale la niebla de la taza por la boca y contenga la respiración durante al menos cinco segundos.
La otra forma son gotas nasales. Bharat Biotech International, de India, dice que siguió adelante con el enfoque a pesar de la falta de demanda de vacunas contra Covid-19 en este momento porque “es prometedor como herramienta importante en las vacunas masivas durante las pandemias”.
Los productos son los primeros de su tipo y fueron desarrollados por productores locales. La empresa china CanSino Biologics Inc. dice que prevé expandirse más allá de su mercado local pronto.
La idea no es solo ahorrarle a los aprensivos otra inyección. El virus entra inicialmente al cuerpo por la nariz y la boca, por lo que los anticuerpos provocados por la vacuna van justo donde más se necesitan, brindando a los pacientes una mejor defensa inmediata cuando se encuentran con el coronavirus, y tal vez incluso reduciendo el riesgo de contagio.
Esa es la lógica, y CanSino y Bharat no son las únicas farmacéuticas que están participando. Meissa Vaccines Inc. de California y la Universidad de Oxford, que desarrolló una de las primeras vacunas contra la pandemia con AstraZeneca Plc, también están impulsando aerosoles nasales.
La vacuna inhalada CanSino despertó niveles más altos de anticuerpos protectores contra el Covid original y la variante ómicron que otra vacuna local fabricada por Sinovac Biotech Ltd en ensayos clínicos.
Pero no se tiene evidencia sobre qué tanto puede prevenir infecciones en el mundo real. Así que habrá que esperar más datos, especialmente de China, donde una nueva herramienta para reducir la transmisión podría ser una verdadera vacuna inyectada.
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