La industria de cruceros enfrenta una difícil vuelta a la “nueva” normalidad

Las dificultades comienzan con el hecho de que no existe una guía clara para el sector. Es un panorama confuso para todos, especialmente para los consumidores.

Por Fran Golden
22 de agosto, 2021 | 08:50 AM

Bloomberg — David Hakimian, de 58 años, oncólogo de Chicago, esperaba pasar una semana de descanso en las playas del Caribe cuando se embarcó en el Star Breeze, de Windstar, con capacidad para 312 pasajeros y recientemente renovado, pero se encontró con que iba a pasar casi una semana completa en alta mar. En Islandia, los pasajeros del Viking Sky se consolaron con platillos de langosta Thermidor y lenguado de Dover después de haber sido rechazados de casi todos los puertos que pretendían visitar. Y en Alaska, algunos pasajeros enfermos y la tripulación tuvieron que permanecer en cuarentena en la ciudad pesquera de Petersburg después de que un brote de Covid-19 de una decena personas pusiera fin a una navegación de 10 días en el American Constellation, con capacidad para 175 pasajeros.

Las compañías de cruceros han tenido más de 15 meses para solucionar sus operaciones en la era de la pandemia, más tiempo que cualquier otra industria. Pero después de que siete grandes líneas reanudaran sus operaciones este verano en EE.UU., quedó claro de inmediato que este cambiante virus puede echar por tierra hasta los planes mejor trazados.

Viajeros en la piscina de la cubierta del crucero Celebrity Edge en junio, como parte del primer itinerario generador de ingresos que zarpó tras la pandemia. Fotógrafo: Eva Marie Uzcategui/Bloomberg

Sus ejecutivos, que en general habían aceptado que eventualmente algunos casos de Covid-19 aparecerían en sus barcos, se han encontrado con dos complicaciones inesperadas: ciudades portuarias con políticas de tolerancia cero y la amenaza inminente de la variante delta.

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Tras un alarmante índice de casos positivos en sus primeras semanas de actividad, han tenido que hacer un gran número de cambios, algunos de los cuales han provocado cancelaciones. Entre ellos se encuentran las pruebas de PCR previas al embarque, incluso para los pasajeros vacunados, el aumento de obligatoriedad de mascarilla en los espacios interiores y la exigencia de un seguro de viaje. Esto se suma a los protocolos de salud y seguridad relacionados con la pandemia (como las limitaciones de capacidad y las pruebas regulares de PCR en algunas líneas) que a menudo son más estrictos que los que existen en tierra en los puertos que visitan, ya sea en el Caribe o en Grecia.

A pesar de todo ello, 13 de los 18 barcos que navegan con huéspedes de paga tenían casos a bordo a principios de agosto, según los gráficos que mantienen los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglás en inglés) de EE.UU.

Durante la pandemia, la “planificación” ha sido un caso de “revoltijo operativo” para las líneas de cruceros, dice Robert Kwortnik, profesor asociado de gestión de servicios en el Cornell SC Johnson College of Business. “Tan pronto como se pone en marcha un plan, la situación cambia, de forma bastante inesperada, y ese plan se desecha por otro nuevo”.

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La ´nueva´ normalidad

Las dificultades de la industria de cruceros comienzan con el hecho de que no existe una guía clara para todo el sector; las cautas recomendaciones de los CDC se contraponen con las políticas del estado de Florida, que han hecho que los mandatos de mascarilla y los pasaportes de vacunas sean legalmente controvertidos. Y publicitar políticas que cambian con frecuencia no es atractivo. “Promover las medidas de saneamiento y salud no es precisamente un mensaje atractivo para un producto vacacional”, dice Kwortnik.

Es un panorama confuso para todos, especialmente para los consumidores.

Por ejemplo, Laura Angelo, de 57 años y residente del Bronx, que se embarcó en el Freedom of the Seas en julio sin haberse vacunado. Tras una confusión sobre la necesidad de someterse a una prueba de PCR antes de zarpar, acabó haciéndose un hisopado a bordo y fue expulsada del barco en Nassau cuando la prueba dio positivo. Pero no se fue en silencio. Su pataleo, sus gritos y sus comentarios se hicieron virales después de que publicara su propia grabación de su “deportación”.

En otros casos, ha habido promesas incumplidas.

Los 80 pasajeros que embarcaron en el ya mencionado Star Breeze de Windstar Cruises en San Martín el 19 de junio habían acordado un asunto con distancia social y todas las vacunas, sólo para descubrir en el último minuto que la compañía no había podido asegurar las vacunas de Johnson & Johnson para su tripulación antes de la salida. Como resultado, cada uno de los puertos de escala programados, las Islas Vírgenes Británicas, Anguila y San Bartolomé, rechazaron la entrada del barco, dejando al Star Breeze navegando sin rumbo durante días (sabiendo que habría problemas con el itinerario, la compañía al menos les dio un viaje gratis).

Pero la mayoría de los viajeros comprenden la necesidad de seguir la corriente estos días. “Nuestros miembros son conscientes de que, cada vez más, los destinos del Caribe y otros lugares exigen una prueba de Covid-19 negativa para entrar, y que las líneas de cruceros están poniendo en marcha políticas para satisfacer ese requisito”, dice Chris Gray Faust, editor jefe del sitio web Cruise Critic.

Puertos cautos en todas partes

Todos los gobiernos del mundo con entradas marítimas han negociado políticas de seguridad con cada línea de cruceros, y casi todas ellas son diferentes. Pueden ir desde las aplicación de pruebas previas al crucero hasta lineamientos en caso de un brote. Pero cuando éstas se iteran en tiempo real, los pasajeros quedan atrapados en medio.

Islandia, que fue uno de los primeros países en reabrir las fronteras internacionales para el turismo terrestre con un requisito de pruebas en junio de 2020, parecía una apuesta segura para los cruceros Viking Ocean Cruises, centrados en la aventura, con su asombrosa belleza natural y su población mayoritariamente vacunada (el 90% de los adultos del país eran totalmente inmunes cuando Viking zarpó allí a finales de junio). Las dos primeras salidas del Viking Sky desde Reikiavik transcurrieron sin problemas. Pero el cuarto día del tercer viaje, un pasajero asintomático dio positivo y fue rápidamente puesto en cuarentena.

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Viking siguió el protocolo que había negociado con el gobierno nacional, sólo para que el alcalde de Seydisfjordur (población: 700) dijera que sus cruceros no eran bienvenidos. Los huéspedes que excursionaban a pie por la idílica ciudad del valle o se adentraban en sus puertos de montaña para aprender sobre elfos fueron devueltos inmediatamente al barco, para ser rechazados en otro puerto al día siguiente. Cuando los guardacostas ordenaron que el barco regresara a Reikiavik, los huéspedes habían tenido pocas experiencias islandesas más allá de las conferencias a bordo sobre el papel que jugó el país en la Segunda Guerra Mundial y en Juego de Tronos (esos pasajeros obtuvieron un reembolso del 50% en forma de créditos de crucero).

La pasajera del Viking Sky Kristi Chapler Nelson, de Raleigh, N.C., se tomó los cambios de itinerario con calma. “Cuando vas ahora, debes esperar que las cosas no sean perfectas”, dice.

Viking no fue el único. Mientras los CDC actualizaban las advertencias de viaje para Grecia el 3 de agosto, recomendando sólo los viajes esenciales, la línea griega Celestyal Cruises canceló todo su programa de itinerarios de tres y cuatro noches desde finales de agosto hasta el 22 de marzo de 2022.

Y los cambios siguen llegando. Las Islas Vírgenes de EE.UU. modificaron sus normas a principios de agosto, prometiendo rechazar barcos a menos que todos los pasajeros de 12 años o más estén vacunados. Dejada a su suerte quedó a empresa Royal Caribbean, que se apresuró a notificar a los huéspedes no vacunados que reservaron un viaje desde Florida a Santo Tomás el 8 de agosto en el Allure of the Seas, uno de los barcos más grandes del mundo con capacidad para 6.780 pasajeros.

Ese día, Michael Bayley, presidente y director ejecutivo de la compañía, inició un nuevo ritual: actualizar a sus clientes sobre los cambios de política e itinerario en Facebook. Al parecer, él también se lo toma con calma y comenta: “¡Más giros y vueltas!”.